En 1881, Charles Darwin y su hijo publicaron el libro The Power of Movement in Plants, donde detallaban algunos de los primeros experimentos conocidos sobre sustancias reguladoras de crecimiento. Estos estudios concluyeron que cuando unas plántulas son expuestas libremente a una luz lateral se transmite cierta influencia desde la parte superior a la parte inferior, que obliga a la planta a curvarse. En 1926, el fisiólogo vegetal holandés Frits W. Went, continuó los estudios sobre fototropismo iniciados por Charles Darwin y su hijo, y consiguió aislar esta influencia de los ápices de los coleoptilos. Went cortó los ápices de un número determinado de coleoptilos de plántulas de avena y los colocó durante una hora en un bloque de agar, de manera que las superficies de corte estuvieran en contacto con el agar (medio de cultivo). Luego cortó el agar en pequeños bloques y los adhirió a un lado del muñón de las plantas decapitadas, que se mantuvieron en la oscuridad durante todo el experimento. Al cabo de una hora, observó una curvatura apreciable hacia el lado contrario de donde estaba colocado el bloque de agar. Los bloques de agar que no habían sido puestos en contacto con ápices de coleptilo no producían encorvadura alguna, o bien producían una ligera curvatura hacia el lado en que había sido colocado el bloque de agar. Los bloques de agar que habían estado en contacto con un trozo de coleoptilo de la parte inferior tampoco produjeron ningún efecto fisiológico. Con estos experimentos Went demostró que el ápice del coleoptilo ejerce su efecto mediante una sustancia química, y no mediante un estímulo físico (por ejemplo un estímulo eléctrico): Went denominó a esta sustancia química auxina.