Órgano hueco y musculoso que, por medio de contracción regular, envía la sangre hacia el sistema circulatorio (órgano cardíaco). El corazón de los vertebrados tiene una gruesa pared (miocardio) conformada por un músculo especializado (músculo cardíaco), rodeado por un pericardio y tapizado internamente por un endocardio. Los mamíferos tienen un corazón con cuatro cámaras: dos auricular y dos ventricular, y la parte izquierda está totalmente separada de la derecha, para que no se mezcle sus sangres, la de la derecha desoxigenada y la de la izquierda oxigenada. La sangre oxigenada procede de los pulmones llega por la venas pulmonares a la aurícula izquierda, de la que pasa al ventrículo izquierdo y de éste a la aorta para que la distribuya por todo el cuerpo. La sangre desoxigenada llega a través de las venas cavas, superior e inferior, a la aurícula derecha, de la que pasa al ventrículo derecho y de éste, a través de la arteria pulmonar, a los pulmones, para oxigenarse de nuevo. Las válvulas tricúspide y bicúspide, entre las aurículas y los ventrículos de los lados derecho e izquierdo, respectivamente, impiden el flujo retrógrado de la sangre desde el ventrículo a la correspondiente aurícula, permitiendo que toda la fuerza de la contracción ventricular se emplee en proyectar la sangre hacia las arterias pulmonar y aorta, respectivamente. La contracción del corazón está controlada por el nodo sinoauricular (marcapasos), y en el ser humano son unas 70 por minuto. El corazón de otros vertebrados es similar, excepto en el número de aurículas y ventrículos (que pueden ser uno o dos), y en el grado de separación de la sangre oxigenada y sangre desoxigenada; en los invertebrados, sin embargo, existe una gran variación en la forma y función del corazón. En botánica, término usual con el que, tratándose de órgano vegetal o parte orgánica vegetal, se designa metafóricamente su parte interna; el corazón del tronco del árbol, esto es, el duramen: «é el coracon della es negro, que pareçe propiamente en esso al guayacan» (Fdz. De Oviedo, hablando de la madera del yaguaguyt, Hist., I). Hablando de un fruto en pomo, como la manzana o la pera, la parte interior del mismo, de consistencia más o menos coriácea y dividida en compartimiento, que corresponde al pericarpo y está rodeada por la carne del fruto; ésta pertenece al tálamo y, por consiguiente es de origen axial: también se llama antro (F. Q.).