Literalmente, mortificación (acción y efecto de mortificar o mortificarse); se aplica a la degeneración de un tejido por muerte de sus células. En biología, la muerte de las células y los tejidos de una zona determinada del organismo: después de un infarto se produce una necrosis de la zona del corazón.
En patología, la muerte o desintegración de una célula o tejido debido a una enfermedad, lesión física o lesión química; la muerte de un conjunto de células aisladas en un individuo, compatible en ocasiones con la vida de éste. En medicina, la muerte tisular local que se produce en grupos de células como respuesta a enfermedades o lesiones; en la necrosis coagulativa, coágulos sanguíneos bloquean el flujo de sangre y producen isquemia tisular distal al trombo; en la necrosis gangrenosa, la isquemia, combinada con la acción bacteriana, hacen que se produzca la putrefacción.
En fitopatología, la muerte de las células, en totalidad o en parte (por ejemplo, la destrucción del núcleo celular por parásitos nucleóvoros, que pueden ser hongos inferiores o bacterios); muerte de grupos celulares más o menos extensos de un organismo (J. del C.). Virchow distingue dos tipos de procesos necrobióticos: en uno de ellos, en la necrosis, los tejidos conservan durante algún tiempo, y hasta cierto punto, desde luego, después de muertos, sus primitivos caracteres morfológicos; en otro tipo, en la necrobiosis propiamente dicha, la morfología estructural de los órganos un organismos afectados desaparece rápidamente (F. Q.).