Dícese de la modalidad más corriente de crioterapia para el tratamiento inicial la mayoría de las lesiones deportivas (sobre todo contusión, esguince y distensión muscular). El hielo disminuye la hinchazón y la hemorragia interna, reduce el metabolismo del tejido lesionado y disminuye la actividad del receptor de la sensación de dolor. Por lo general, el hielo se aplica por lo menos durante las primeras 24-48 horas después de la lesión, durante un período de no más de 20 minuto y con intervalo de al menos 30 minutos entre una y otra aplicación. Las pruebas manifiestan que el empleo intermitente del hielo hasta durante siete días puede ser beneficioso, sobre todo en el caso de magulladura grave. Hay muchas formas de aplicar hielo, pero se suele envolver en una toalla húmeda; si se aplica directamente sobre la piel, se corre el riesgo de quemar el tejido o dañar el nervio superficial. Un método muy popular de tratamiento con hielo consiste en aplicar masaje empleando una taza de styrofoam. Se congela agua en una taza que se rompe por la mitad para dejar expuesto el hielo. El resto del styrofoam se emplea para sujetar el hielo con el fin de masajear la zona lesionada con movimiento circular suave; el hielo no debe estar sobre una posición más de 90 segundo. El masaje total dura unos 5-10 minutos dependiendo del tamaño de la lesión y de la tolerancia al frío del paciente (el deportista delgado con poco tejido adiposo suele requerir menos tiempo que el deportista grueso); por lo general, el tratamiento con hielo se combina con compresión y elevación (ver tratamiento DHCE).