Dícese del carácter que, adquirido por el individuo como consecuencia de estímulo del ambiente interno o externo, se transmite a la descendencia. Desde muy antiguo se supuso que el carácter adquirido se puede heredar, y esta hipótesis constituye el tema central del lamarckismo o doxtrina de Lamarck (1809), según la cual el uso o el desuso del órgano es causa respectivamente de su desarrollo o de su atrofia en la filogénesis de la especie. La genética no ha comprobado esta doctrina, y en realidad se ha observado que sólo la mutación permite cambio perdurable de la propiedad hereditaria del organismo capaz de ser transmitida a su descendencia. La otra modificación no se transmite fuctuación o somación. La mayor parte de los estímulos no son capaces de provocar mutación en el germen; algunos de ellos, sin embargo, apto a determinar, como la radiación penetrante (rayo Röntgen, emanación de radio), cierto veneno, como la mostaza (gas de guerra), y aun otros compuestos químicos, entre los cuales cabe citar el derivado fenantrénico, pueden ocasionarlas. Hasta ahora, sin embargo, la mutación puede ser provocada pero no dirigida en sentido determinado. La práctica demuestra que existe gran independencia entre el soma y el germen; constituido este último por las células reproductoras. Este concepto constituye el postulado central de la doctrina de Weismann (1885), relativa a dicha independencia entre el soma y las células reproductoras. Pero esa independencia no es tan completa que cierto producto químico, como los antes indicados, no puedan alcanzar al germen a través del soma. Por otro lado, alguna modificación provocada por el ambiente puede llegar a transmitirse a la descendencia durante alguna generación, para luego desvanecerse gradualmente. Por tanto, la distinción entre mutación y somación no es tan absoluta, y aun es posible que se descubran mutación influida directamente por estímulo del ambiente.