Las religiones más desarrolladas del mundo tienen escrituras o escritos sagrados; se considera que éstas son obra de los propios fundadores o de sus primeros discípulos. La Torá, atribuida durante mucho tiempo a Moisés; el Nuevo Testamento, debido en su mayor parte a los discípulos de Jesús; el Corán, que se atribuye a Mahoma; las voluminosas escrituras del hinduismo y el budismo constituyen todos ejemplos de la transmisión de las revelaciones originales a través de documentos escritos.
Las escrituras poseen una categoría diferente según las diversas tradiciones. Entre los cristianos, los judíos y los musulmanes se otorga a las escrituras una autoridad (a veces como palabra real de Dios) que no tienen en el hinduismo o el budismo; en el cristianismo, además, existen diferencias entre los fundamentalistas, para quienes la Biblia es de inspiración divina, y los liberales, que la consideran un testimonio humano falible de la revelación, pero no la propia revelación; sin embargo, las escrituras, cuando existen, constituyen una fuente importante para la teología, incluso cuando se les aplican métodos críticos modernos.