El fagot surgió a mediados del siglo XVII a partir de su equivalente para exteriores el dolcian o bajón, y adquirió rápidamente popularidad como instrumento orquestal durante el periodo barroco. Se utilizaba principalmente para apoyar la línea baja de las cuerdas graves, pero su gama excepcionalmente amplia le confirió también pasajes solistas (sobre todo en el registro tenor). El sonido del fagot se funde especialmente bien con los cornos, y en la música del clasicismo y principios del romanticismo a menudo se utiliza una pareja de fagotes junto con otra de cornos para crear una textura homogénea a cuatro voces (como, por ejemplo, en el nocturno de la música de Mendelssohn para Sueño de una noche de verano, 1826). El contrafagot se añadió a finales del siglo XVIII para proporcionar una fuerza adicional a las líneas graves de la orquesta y a menudo se utilizó igualmente para fundirlo con los trombones (como, por ejemplo, en la Sinfonía nº 1 de Brahms, 1876). Es el instrumento de sonido más grave de la orquesta.