El desprendimiento de la placenta implantada en posición normal en un embarazo de al menos 20 semanas, o durante el parto antes del nacimiento del feto. Se produce aproximadamente en uno de cada 200 nacimientos, y, dado que con frecuencia da lugar a una hemorragia grave, es una causa importante de mortalidad materna y fetal. En los casos graves se produce un estado de shock y sobreviene la muerte en unos minutos: debe practicarse de inmediato una cesárea. Si el embarazo está casi a término se puede permitir el parto o bien provocar su inducción mediante amniotomía. Si el embarazo es prematuro se puede permitir que continúe siempre que la madre mantenga reposo absoluto en cama, y bajo cuidadosa vigilancia médica.