Se aplica a cualquier utensilio que sirva para la captura de peces, entre otros, redes, cables, ganchos, líneas o poleas; las diferentes artes de pesca requieren distintas técnicas de trabajo y se pueden clasificar en fijas y móviles.

Las artes fijas son aquellas que una vez caladas operan ancladas al fondo o a las orillas, manteniéndose en la misma posición hasta que se recogen. A esta clase pertenecen las almadrabas, los corrales, las betas, los emballos, la volanta, el palangre de fondo, el trasmallo, etc. Las artes fijas pueden, a su vez, diferenciarse en artes de trampa y artes de enmalle. Las artes de trampa (como las almadrabas y los corrales) consisten en una serie de redes dispuestas en forma de laberinto que dirigen al pez hasta una cámara final en la que es imposible el retroceso, quedando entonces atrapado. Las artes de enmalle pueden actuar propiamente por enmallado o por embolsamiento, como la volanta o el trasmallo que se utilizan en la captura pasiva, para lo que han de mimetizarse con el entorno, por lo que se les dota de una coloración que se confunda fácilmente con el mismo. El enmalle se produce por el choque del pez con la red, que introduce la cabeza pero no consigue atravesar el tronco quedando encajado en la red. Si el pez intenta, entonces, retroceder para liberarse del enganche, el hilo de la malla suele engancharse en los opérculos al introducirse bajo ellos. El atrapamiento por embolsamiento se produce cuando el pez, al atravesar la malla externa, más amplia, se topa con la red interior, pudiendo enredarse en ésta o quedar embolsado entre ambos paños. El trasmallo puede constar de dos o de tres paños superpuestos: tendrá dos cuando se pretenda capturar a los peces que se sabe van a topar con el trasmallo por un lado concreto (se intercepta el paso del banco de peces), y tendrá tres cuando se opere de un modo más aleatorio.

Se llama artes móviles a las que pueden ser arrastradas por la embarcación o ser dejadas a la deriva, aunque esto no excluye que puedan ser aseguradas también a la embarcación para evitar un excesivo alejamiento o su pérdida. Las artes móviles dirigidas aúnan a las artes de arrastre las de saco o copo, las de cerco, el curricán, etc. Las artes móviles de deriva comprenden a la denominada propiamente red de deriva (que puede también ser de tipo trasmallo), al palangre de deriva, al sardinal, y a la bonitera o corredera.

Las artes de arrastre son remolcadas por una o dos embarcaciones con cuyo movimiento pretenden atravesar el banco de peces, realizándose la captura al apresar a éstos en el copo. Estas artes se diferencian en artes de arrastre de fondo o bentónicas, de gran abertura vertical, y de profundidad regulable, según la zona en que operen, y en artes de cerco, que se emplean para rodear a los cardúmenes de peces pelágicos (que nadan cerca de la superficie) de modo que se les impide escapar de una zona cada vez más reducida, a medida que el cerco se estrecha de modo progresivo una vez que se ha cerrado. Así, los peces son capturados después en un espacio reducido donde han sido obligados a concentrarse.

Las de deriva son artes pasivas que se caracterizan porque no están en contacto con el fondo a través de ninguno de sus componentes, quedando a merced de corrientes, mareas y vientos. Las artes de deriva deben ser caladas a la profundidad adecuada a la especie que se pretenda capturar, ya sea en superficie o entre dos aguas. Como en las artes fijas pasivas (de enmalle o de embolsamiento), se cuida que la coloración de las redes enmascare su presencia. Las artes de playa constituyen una familia de artes peculiares que se calan desde embarcación y se maniobran desde tierra; pueden clasificarse también, entre otras, como artes pelágicas, de fondo o bentónicas, según la forma o la zona en que operan.