Que se mueve por sí mismo; automotor, automotriz, auto, coche, vehículo, etc. En ingeniería mecánica, el vehículo, especialmente, el auto (o coche) de carretera accionado por un motor. Esta denominación, sin embargo, no es aplicable cuando impone la dirección un mecanismo asociado al camino, como es el caso del ferrocarril. En industria y construcción, el vehículo de cuatro ruedas para transporte terrestre donde el motor es su fuente de movimiento, que transforma una energía química potencial en energía mecánica en forma de movimiento rotativo. Se han ensayado motores de todos los tipos y modelos, pero puede considerarse como clásico el motor de cuatro tiempos con cuatro, seis u ocho cilindros, de gasolina o de aceites pesados (diesel). Este tipo de motores no puede arrancar en carga, por lo que es preciso disponer de un mecanismo para desatarlo mecánicamente del resto, lo cual realiza un órgano llamado embrague, fundado en el rozamiento entre superficies, una en el eje del motor y la otra en el del vehículo, de materiales debidamente escogidos que, cuando se verifica a presiones suficientes, las agarrota hasta convertirlas en un todo rígido. La potencia que ha de desarrollar el motor es función de la velocidad, de la carga y de la pendiente. Para lograr que a igual velocidad del motor corresponda una mayor o menor velocidad del vehículo, es decir, variar la potencia de arrastre en función exclusivamente de las variaciones de velocidad de giro del motor, existe un órgano llamado, aunque impropiamente, cambio de velocidades, que permite engranar en cada momento la relación (mal llamada velocidad) que mejor permite utilizar la potencia del motor. La dirección consiste en un dispositivo que deja las ruedas directrices sin orientación propia o dependiente del vehículo, pero ligadas a los brazos del conductor por diversos órganos intermediarios que terminan en el volante de dirección o manillar. Al describir el coche una curva, la rueda de la parte interior recorre, en el mismo tiempo, un arco de menor longitud que la de la exterior. Por tanto, para que una u otra no deban arrastrarse, existe un mecanismo que permite la variación de velocidad precisa, conservando las dos ruedas en todo momento su capacidad de empuje: este mecanismo es el llamado diferencial. Los frenos disipan, transformada en calor, la energía del vehículo para pararlo. Son superficies fijas, solidarias del coche, que a voluntad del conductor entran en contacto con las superficies en rotación, solidarias de las ruedas. Las ruedas, además de hallarse sometidas a sus movimientos normales de rotación y traslación horizontal, lo están a movimientos verticales impuestos por las protuberancias y baches del camino. Permitir que la rueda pueda recorrer esas oscilaciones verticales lo más independientemente posible del resto del vehículo es la función de la suspensión, mientras que la destrucción de la energía adquirida por la rueda en su proyección vertical es la función de los amortiguadores. Los automóviles están provistos de una instalación eléctrica para atender los sistemas de encendido o ignición, alumbrado, arranque y accesorios. Ello se consigue mediante una pequeña fábrica de energía eléctrica, que consta de una fuente de energía inicial (batería de acumuladores del elemento generador, dinamos o alternador) y del circuito eléctrico que los enlaza con los aparatos consumidores. Finalmente hay que considerar la carrocería: derivada en sus principios de la forma de los coches de tracción animal, ha pasado por una amplia gama de formas y materiales para ceñirse cada vez más a su exigencia funcional (cerrada y conducción interior), impuesta por los avances en la tecnología de materiales y los descubrimientos de la aerodinámica. La producción anual de automóviles en 1962 fue de 18 millones; en 1984 subió a más de 41 millones, en 1990 descendió hasta cerca de 36 millones, con la siguiente distribución: Japón, 9,9; E.U.A., 6,1; R. F. de Alemania, 4,8; Francia, 3,3; U.R.S.S. y Canadá, 1,1; Italia, 1,9; España, 1,7; Reino Unido, 1,3, etc.