La ciencia de la clasificación de los seres vivos; la disciplina que estudia los principios, métodos y fines de la clasificación de los seres vivos: es decir la sistemática o la taxonomía.
La clasificación biológica es la identificación, denominación y agrupamiento de organismos en un sistema establecido basado en las similitudes anatómicas, tanto internas como externas, y fisiológicas, así como en la composición genética y en las relaciones evolutivas. La diversidad de seres vivos es enorme y se estima que entre 10 y 13 millones de especies viven en nuestro planeta; por ello, para poder estudiar los distintos seres vivos y sus características, resulta más fácil agruparlos en categorías basadas en características compartidas.
La clasificación biológica permite organizar la diversidad de seres vivos existentes sobre la Tierra. Se trata de un proceso dinámico que refleja la propia naturaleza de los organismos, los cuales han estado sujetos a cambios y modificaciones a lo largo de muchas generaciones a través de la evolución. Desde que la vida apareció sobre la Tierra, hace unos 3.800 millones de años, nuevos grupos de organismos se fueron desarrollaron. Muchos de esos organismos se extinguieron, mientras que otros evolucionaron y dieron lugar a la fauna y flora que actualmente pueblan nuestro planeta.
Las numerosas formas de vida que existen deben ser nombradas y organizadas de manera ordenada, de modo que los biólogos de todo el mundo puedan estar seguros de que conocen el organismo exacto que es objeto de estudio. La definición de los grupos de organismos debe basarse en la selección de características importantes, o rasgos compartidos, responsables de que los miembros de cada grupo sean semejantes entre sí, y diferentes de los otros grupos. Para clasificar los distintos organismos, los científicos estudian un amplio rango de características, incluidas aquellas que son visibles a simple vista, aquellas que pueden detectarse con ayuda de un microscopio o incluso aquellas que se pueden determinar únicamente mediante pruebas químicas. Los científicos comparan la forma externa y el tamaño de los organismos, la anatomía y las funciones internas de órganos y sistemas como el sistema digestivo o el reproductor, así como las reacciones químicas que tienen lugar en los organismos para crecer, crear y almacenar energía y reproducirse. Los primeros estados de desarrollo de un organismo, estudiados por la embriología, así como el comportamiento de los mismos, estudiado por la etología (conducta animal), también resultan útiles para agrupar y clasificar a los organismos. Incluso el papel que un organismo desempeña en el hábitat puede ayudar a situarlo en un grupo concreto. Los científicos utilizan también los registros fósiles para conocer cómo los organismos han ido cambiando y evolucionando a través de la historia de la Tierra, lo que también resulta de ayuda para su clasificación.
Más recientemente, los científicos han utilizado técnicas de biología molecular para comparar los genes de organismos distintos. Los científicos estudian el ácido desoxirribonucleico, de manera que los organismos que comparten una estructura de ADN similar están más estrechamente relacionados. La mayoría de los estudios genéticos han apoyado la clasificación de organismos que se había realizado de forma más tradicional; sin embargo, en algunos casos, la evidencia de los estudios genéticos ha puesto de manifiesto que ciertos organismos debían reclasificarse.
Por tanto, todas las ramas de la biología contribuyen al reconocimiento y a la interpretación de las similitudes y las diferencias existentes entre los organismos, pero las especialidades que están implicadas directamente en los estudios de clasificación son la taxonomía y la sistemática; aunque las dos disciplinas se superponen, la taxonomía está más centrada en la nomenclatura (denominación) y el establecimiento de los sistemas jerarquizados, y la sistemática en las relaciones evolutivas.