La cultura epipaleolítica (entre el paleolítico y el neolítico) del norte de la península Ibérica, que fue definida por el conde de la Vega del Sella en 1914, a raíz de la excavación del yacimiento de El Penicial. Se manifestó en cuevas próximas al litoral del oriente de Asturias y oeste de Cantabria, en cuyas entradas, casi cegándolas, comparecen enormes depósitos de conchas de moluscos fruto de la actividad recolectora de sus ocupantes. Su superposición respecto al aziliense, por ejemplo en La Riera, acredita al asturiense como un epipaleolítico avanzado, más bien boreal (c. 7500-5000 a. C.), que sorprende por la tosquedad y pobreza de su instrumental más representativo: grandes herramientas talladas sobre canto, como el pico asturiense, y escaso utillaje leptolítico y de asta. Los asturienses, que se dedicaban también, sobre todo en verano, a la caza del ciervo, practicaban el marisqueo a lo largo de todo el año, inclusive en invierno.