Es una cultura precolombina que tuvo lugar en la costa septentrional del Perú durante el periodo transcurrido, aproximadamente, durante los siete primeros siglos de la era cristiana, y que recibe el nombre de uno de los valles más importantes donde se desarrolló (Moche; cultura mochica). Ocupó una franja costera de unos trescientos kilómetros que iba desde el valle de Lambayeque hasta la cuenca del río Nepeña, siendo la zona central la comprendida entre los valles de Chicama y Trujillo. La base de su economía fue la agricultura por irrigación que les permitió ampliar los terrenos utilizables más de un 50 por cien. Las grandes construcciones de ingeniería hidráulica —como el reservorio de San José, el acueducto de Ascope y la acequia de la Cumbre—, la utilización de fertilizantes (guano) y una racional organización del trabajo permitieron la obtención de excedentes y la formación de una sociedad compleja. La economía se completaba con un comercio muy activo, la pesca, la recolección de productos vegetales y la domesticación de animales como el pato, el cuy y la llama.
Sus realizaciones arquitectónicas fueron monumentales y de una gran complejidad. En el valle de Moche encontramos las huacas del Sol y la Luna, inmensas plataformas de carácter piramidal construidas en adobe. Otros centros importantes son Pañamarca, en el valle de Nepeña, Huaca Cortada, Huaca Blanca y Mocollope. La cerámica ha sido dividida en cinco fases (de Mochica I a Mochica V) y tanto su decoración pictórica como escultórica han permitido conocer con bastante precisión la vida y el pensamiento de aquellas gentes. En ellas encontramos personajes, templos, viviendas, escenas cotidianas, rituales, mitológicas, animales y plantas. Su organización política fue estatal, predominando los estamentos militares y sacerdotales, y contando con especialistas y artesanos capaces de plasmar en diferentes soportes los mensajes fundamentales destinados al grupo. Una visión de su concepción religiosa nos la proporciona la excavación de la tumba del Señor de Sipán (1987) donde un importante monarca aparece enterrado en compañía de dos mujeres y dos hombres sacrificados para acompañarle. Está cubierto de mantas preciosas, abanicos, pectorales y adornos de oro, plata y cobre. La cultura mochica es considerada el precedente de la denominada cultura chimú.