La dieta que se prescribe en la insuficiencia renal crónica, diseñada para controlar la ingesta de proteínas, potasio, sodio, fósforo y líquidos, dependiendo de la situación individual: los hidratos de carbono y las grasas son las principales fuentes de energía. La proteínas están limitadas; la cantidad viene determinada por la situación del paciente y se consumen generalmente las que proceden de productos como leche, huevos y carne.