Se aplica a las enfermedades que deben ser declaradas obligatoriamente por el proveedor de asistencia sanitaria a las autoridades responsables de la salud pública debido a su carácter contagioso; se incluyen, por ejemplo, el paludismo, la poliomielitis, el tifus, la fiebre amarilla, el cólera, la peste bubónica, las ETS y el SIDA.