Por lo normal, los cromosomas tienen extremos permanentes, que no se fusionan con los extremos de otros cromosomas (confiere espirema). Cuando los cromosomas se quiebran, por ejemplo, a causa de la acción de los rayos X, se forman nuevos extremos, pero éstos, por lo regular, no son estables y tienden a fusionarse con otros extremos, tampoco estables, al azar. Para su estabilización, los extremos cromosómicos han de experimentar un proceso de «cura», que debe de consistir en su heterocromatinización; antes se supuso que los extremos cromosómicos persistentes tenían cada uno su telómero; pero en realidad, los extremos nuevos pueden tornarse estable (S.).