El feminismo es una corriente de pensamiento cuyo objetivo principal es conseguir la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en los ámbitos político, social y económico. Los derechos que reivindica han variado con el paso del tiempo y con la consecución de algunos logros. Históricamente, el feminismo ha demandado el control de la propiedad privada, el derecho al sufragio o voto libre, la libertad sexual y la igualdad de oportunidades en la educación y el trabajo.
El feminismo niega la premisa de la superioridad del hombre sobre la mujer tanto en el ámbito profesional como en el personal, afirmando que esa idea surge de una amplia gama de estereotipos y creencias que sustentan la dominación masculina y están fuertemente arraigados en la estructura social; no surgen, por tanto, de una verdadera superioridad física o intelectual. El nacimiento y desarrollo del feminismo ha logrado que la sociedad tome conciencia de la situación de discriminación en que vivía la mujer y tome medidas como la modificación y creación de nuevas leyes (códigos civiles y penales que no subordinen sus derechos), la equiparación económica (recibir el mismo salario que un hombre con un puesto de trabajo idéntico) y laboral (acceder a las áreas de decisión).
Conocido también como movimiento por la liberación de la mujer, el feminismo surgió en Europa a finales del siglo XVIII. Sus reivindicaciones, como se ha dicho, han cambiado con el tiempo. Uno de los principales y primeros logros fue la obtención del voto femenino, por el que luchó el movimiento sufragista, nacido en Gran Bretaña. Hoy aún existen desafíos importantes, como leyes de divorcio y de aborto en los países que aún no cuentan con normas al respecto; la igualdad de salarios y de oportunidades de ascenso en el trabajo; y la no discriminación por razones de sexo. Estos requerimientos desembocaron en la aparición, en la década de 1980, de políticas de discriminación positiva, que establecen cupos para las mujeres en todos los planos de la vida social, destinadas a corregir en la práctica la tradicional discriminación de la mujer. De otro lado, el discurso feminista, al desarrollar una crítica global a la sociedad patriarcal, defiende nuevos valores asociados a la feminidad para plantear un cambio sustantivo en las formas de organización y relación social.