La rotura de un hueso del esqueleto torácico causada por un golpe o aplastamiento, por tos o estornudo violentos o como consecuencia de una fractura patológica secundaria a una metástasis. Las costillas que se rompen con más frecuencia son de la cuarta a la octava. Si el hueso se astilla o los fragmentos se desplazan, éstos pueden dañar el pulmón y producir hemotórax o neumotórax. El paciente con una costilla fracturada tiene dolor, sobre todo a la inspiración, y suele tener una respiración rápida y superficial. La zona de la fractura suele ser muy sensible al tacto y el roce de los fragmentos óseos puede oírse a la auscultación. Los ruidos respiratorios pueden estar ausentes o disminuidos, o bien pueden ir acompañados de estertores y roncus. Se observa al paciente para detectar signos de hemoptisis, hemotórax, tórax inestable, atelectasia, neumotórax y neumonía.