La acumulación de sangre que se coagula dentro de un músculo. Su origen puede ser una distensión, desgarro o magullamiento del músculo. La fascia y el epimisio permanecen intactos, apresando la sangre dentro del lugar de la lesión. El hematoma intramuscular provoca dolor y sensibilidad dolorosa al tacto, y limita la capacidad del músculo afectado para contraer o ser estirado pasivamente. Con el fin de evitar problema a largo plazo, precisa un tratamiento DHCE inicial, seguido de un método que aumente el riego sanguíneo, como diatermia o ultrasonido. El hematoma intramuscular es más doloroso y exige más rehabilitación, debiéndose hacer hincapié en el estiramiento y fortalecimiento del músculo afectado. En ocasiones, se desarrolla un quiste en el hematoma intramuscular que requiere la extirpación quirúrgica.