Se aplica a la enfermedad infecciosa localizada en el pulmón (o neumonía). La neumonía es un término aplicado a cualquiera de las cerca de 50 enfermedades inflamatorias diferentes de los pulmones, caracterizadas por la formación de un exudado fibrinoso en los pulmones; también se le la conoce como pulmonía (inflamación del pulmón producida por una infección bacteriana o por un virus).
La neumonía es una inflamación aguda de los pulmones, habitualmente producida por la inhalación de neumococos de la especie Diplococcus pneumoniae. Los alveolos y los bronquiolos de los pulmones se taponan con un exudado fibroso. La neumonía puede estar producida por otras bacterias, así como por virus, rickettsias y hongos, pero en el 85% de los casos, la causa es una infección neumocócica. Los síntomas característicos de la neumonía son escalofríos intensos, fiebre elevada (que puede llegar a los 40,5 ºC), cefalea, tos y dolor torácico. La inflamación del lóbulo inferior del pulmón derecho puede originar un dolor que sugiera apendicitis. El derrame de hematíes en los espacios alveolares, como consecuencia de la lesión tisular producida por los microorganismos, origina un esputo herrumbroso que puede ser un signo diagnóstico de infección neumocócica. A medida que la enfermedad progresa, el esputo se puede ir haciendo más espeso y purulento, y la persona puede experimentar accesos dolorosos de tos. Habitualmente la respiración se vuelve más difícil, dolorosa, superficial y rápida. La frecuencia cardíaca aumenta progresivamente, alcanzando los 120 latidos por minuto o más. Otros signos que aparecen son la sudoración profusa y la cianosis. También pueden aparecer trastornos GI y brotes de herpes simple en la cara. En los niños, la neumonía puede ir acompañada de convulsiones. A medida que los alveolos se llenan de exudado, la región afectada del lóbulo se vuelve cada vez más firme y consolidada. En la auscultación se escucha un tipo característico de estertor.