Se aplica a toda forma de inmunidad que no es innata y que se consigue a lo largo de la vida. Puede ser natural o artificial, y puede estar inducida de forma activa o pasiva. La inmunidad natural se logra por el desarrollo de anticuerpos que se generan tras un ataque por una enfermedad infecciosa o por la transmisión de anticuerpos de la madre al feto por la placenta o al niño por el calostro y la leche materna. La inmunidad artificial se logra por vacunación o por la inyección de inmunoglobulinas.