Inventario donde se anotan la composición florística y geobotánica que presenta una población o asociación vegetal homogénea concreta. Se comprende, pues, que la toma de inventarios en buenas condiciones sea operación de fundamental importancia en la práctica de la investigación fitosociológica, comparando los inventarios entre sí. La superficie elegida para efectuar un inventario debe ser superior al área mínima de la comunidad y debe poseer una rigurosa uniformidad. Debe evitarse el absoluto englobar en un mismo inventario comunidades distintas. No tiene sentido reunir en una misma lista las especies nemorales del Quercetum ilicis con las heliófilas que colonizan los claros del bosque, ni juntar la vegetación altamente especializada de la fisuras de una roca con los vegetales pratenses que pueblan los pequeños rellanos de la misma. Si no se tiene sumo cuidado en la uniformidad de las superficies inventariadas, resulta luego imposible cualquier clasificación razonable de los tipos de vegetación que aparecen confusamente entremezclados. No siempre es fácil obtener una superficie homogénea de dimensiones conveniente; muchas veces es necesario para ello conformarse con el estudio del área de forma irregular. En un inventario ha de constar la lista completa de las especies que existen en la superficie estudiada, con la expresión para cada una de ellas de la cantidad, sociabilidad y eventualmente vitalidad con que se presenta. Actualmente la gran mayoría de los geobotanistas de la Europa media y meridional emplean de un modo exclusivo en los inventarios la escala de Braun-Blanquet para la evaluación conjunta de abundancia y expansión horizontal y para la sociabilidad. Deben también anotarse con la mayor exactitud posible todos los datos que se puedan adquirir sobre la condición geográfica y ecológica de la superficie estudiada, así como sobre la fisionomía, altura, estratificación, grado de cobertura, etc., de la vegetación.