La variedad de glóbulo blanco de la sangre (linfocitos), constituyen aproximadamente un 30% del número total de leucocitos de la sangre. El linfocito es una célula linfática, variedad de leucocito, originada en el tejido linfoide o la médula ósea y formada por un núcleo único, grande, rodeado de escaso citoplasma. Interviene muy activamente en la reacción inmunitaria. En medicina, uno de los dos tipos de leucocitos agranulocitos, de pequeño tamaño, que se originan a partir de las células madre fetales y que se desarrollan en la médula ósea. Los linfocitos normalmente representan el 25% del recuento total de leucocitos, aunque aumentan en número en respuesta a la infección. Existen dos tipos: células B y células T. Las células B circulan en forma inmadura y sintetizan anticuerpos que incluyen en sus propias membranas citoplásmicas. Se reproducen por mitosis, y cada uno de los clones exhibe en sus membranas superficiales anticuerpos idénticos. Cuando se expone una célula B inmadura a un anticuerpo específico, la célula se activa, viaja desde el bazo o ganglio linfático, se diferencia y produce rápidamente células plasmáticas y células de memoria. Las células plasmáticas sintetizan y secretan ingentes cantidades de anticuerpos. Las células de memoria no secretan anticuerpos, pero si se vuelve a producir una exposición a ese antígeno, se convierten en células plasmáticas productoras de anticuerpos. Las células T son linfocitos que han atravesado el timo y se han diferenciado en timocitos. Cuando se exponen a un antígeno, se dividen con rapidez y producen grandes cantidades de nuevas células T sensibilizadas al antígeno. Las células T se denominan con frecuencia «células asesinas» («killer cells»), pues secretan compuestos químicos inmunológicos esenciales, que ayudan a las células B a destruir proteínas extrañas.