En su estado natural, los ecosistemas de monte bajo ocupan amplias zonas de las regiones áridas y semiáridas de la Tierra. Los más extensos se encuentran en la banda situada entre los 32° latitud N y los 40° latitud S. Estas zonas de monte bajo abarcan parte del suroeste semiárido de Norteamérica, la región mediterránea, Chile central, parte de Brasil, el extremo sur de Sudáfrica y el sur de Australia. En la mayoría de estos lugares, el clima se caracteriza, bien por veranos secos y calurosos suavizados por vientos frescos y húmedos, bien por la alternancia de estaciones húmeda y seca especialmente marcadas. El monte bajo puede estar dominado por matorrales de hoja perenne y pequeña, adaptada a sobrevivir al fuego y a la ausencia de nutrientes, o por matorrales que pierden sus hojas durante la estación seca. Dentro de estos grupos de vegetación se pueden citar el chaparral de tipo mediterráneo, la catinga del noreste de Brasil y el mallee (eucaliptos enanos) de Australia. La fría y semiárida Gran Cuenca de Norteamérica sustenta al norte una comunidad de matorral desértico dominada por la artemisa (Artemisia) y un emparrado de Atriplex, una especie de halofito.
Otras comunidades estables de monte bajo aparecen por la degradación de los ecosistemas de bosque o de pradera, por el sobrepastoreo y la deforestación. A este tipo corresponden, en la región mediterránea, la garriga y el maquis, con un matorral más denso y más alto que sustituye al bosque de alcornoque. En Escocia, los páramos y brezales son el resultado de la tala del pino.