El conjunto montañoso del borde septentrional de la península Ibérica, que se levanta en territorio del País Vasco. Constituye la parte más oriental de la cordillera Cantábrica, que se hunde topográficamente antes de alcanzar el macizo montañoso de los Pirineos; por ello en ocasiones se han llamado ‘umbral vasco’.
Esta última denominación también responde a la geología; así, el macizo asturiano y el Pirineo central estuvieron levantados cuando se depositaban calizas en lo que en la actualidad es Euskal Herria. La enorme cantidad de rocas calcáreas de edad mesozoica dan unidad a estos montes. La fragosidad del relieve hace que, en el ámbito territorial vasco, se distinga el Goyerri (Goierri), o tierras altas del interior, en oposición al Beterri, o áreas bajas del litoral.
El relieve de los montes Vascos se resuelve en un gran número de sierras de escasa altitud, aunque esta compartimentación del relieve ha creado una multiplicidad de pequeñas comarcas. En el interior se alzan las sierras de Urbasa y Andía al sureste, y las de Urkilla (Aratz, 1.442 m), Aitzgorri (Aketegi, 1.544 m), Elgea y Gorbeia-Salbada (Gorbeia, 1.475 m; Aro, 1.187 m) al noroeste, dibujando un arco en el que queda encerrada la cuenca de Vitoria-Gasteiz, lo que le confiere a la capital de la comunidad autónoma vasca unas connotaciones climáticas de interior más acusadas (continentalidad, frecuencia de nieblas) que en el resto del País Vasco. También la sierra de Aralar (1.427 m), aunque algo más al noreste, se encuadra en esa arcada. Tras la depresión principal vasca (que recorre el anticlinal de Bilbao y el área del bajo Nervión-Ibaizábal, y continúa por Bergara para terminar en Ordizia, saltando de un río a otro), se alzan las bajas elevaciones de los rebordes costeros litorales, con alternancia de rías, sierras (como la de Sollube) y relieves típicos como el del Duranguesado.
Una característica notable del relieve de estos montes es la suavidad de las laderas, como corresponde a un paisaje húmedo atlántico, aunque interrumpido con frecuencia por las enhiestas crestas calcáreas sin vegetación, ambas dominio del relieve cárstico. Los montes Vascos son conocidos por conservar especies arbóreas típicamente atlánticas: hayas, robles, tejos, abedules y castaños, que dan cobijo a un sotobosque de aliagas, brezos y helechos, lo que da lugar a un bosque de gran frondosidad.