Los griegos hicieron de la música, junto con la poesía, uno de los fundamentos de la educación. Sus modos musicales constituyeron el elemento básico de la música eclesiástica, inspirada en sus orígenes por san Ambrosio y san Gregorio el Grande.
Durante la Edad Media la música evolucionó lentamente del canto monódico a la polifonía. Entre los ejemplos más destacados de cantos monódicos, se encuentran las Cantigas de Alfonso X el Sabio. Posteriormente se desarrolló la música a tres o cuatro partes para llegar a la polifonía. Perotin el Grande (1183-1288), organista de la catedral de París, fue uno de los pioneros de la polifonía. Pero los que llevaron el género a su plenitud fueron los grandes maestros flamencos: Dufay, Binchois, Ockeghem, Isaack, Willaert y Orlandus Lassus. En el XVI el centro de la música polifónica pasó a Italia (Palestrina, Gabrieli, etc.). En el campo profano, la música polifónica dio lugar a la canción imitativa francesa y al madrigal.
En el s. XVII, coincidiendo con el nacimiento de la ópera y la sustitución del laúd por el violín, apareció en Italia la música de cámara y de concierto de la mano de Corelli, Vivaldi, Scarlatti, etc. Bajo su influencia nació la hegemonía alemana iniciada con Bach, Haendel, Haydn, Mozart, etc, fundamento de la época llamada clásica.
El romanticismo marcó un momento cumbre de la historia de la música. La sinfonía, renovada por la escuela de Mannheim, fue constituida en género por Haydn y llevada a su máximo esplendor por Beethoven. Mientras Weber, Schubert, Mendelssohn, Brahms y Berlioz triunfaban en la música de concierto enriqueciendo la orquesta y las técnicas instrumentales, aparecía la música exclusivamente pianística, ilustrada por los nombres de Schumann, Liszt y Chopin.
La música llamada nacional, derivación del Romanticismo, se desarrolló especialmente en Rusia, con Mussorgsky, Rimsky-Korsakov, Borodin, Tchaikovsky e incluso Strawinski. Otros ejemplos de esta corriente fueron Grieg, Smetana, Albéniz, Granados y Manuel de Falla. Stravinsky, Messiaen y A. Schönberg, ya plenamente en el s. XX, liberaron la música de la armonía, el ritmo y la melodía; por esta vía se llegó al dodecafonismo; la evolución se completó más adelante con la música abierta, música aleatoria y música concreta.