Es un área natural de Uruguay que se localiza en el departamento de Rocha, en las proximidades de la frontera con Brasil, a 35 km al sur de la localidad de Chuy, en el extremo oriental del territorio. Se trata de un espacio geográfico que acredita un patrimonio cultural derivado de los conflictos entre España y Portugal y, posteriormente, entre Argentina y Brasil, que legaron algunos importantes monumentos históricos, tales como las fortalezas de Santa Teresa, actualmente dentro del perímetro del parque homónimo, y de San Miguel. Precisamente, el hecho de constituir el área actualmente protegida por el parque escenario reiterado de episodios bélicos internacionales contribuyó a desanimar el asentamiento de la población rural y, así, de manera no intencional, a conservar las características naturales de una de las regiones más salvajes del Uruguay. El parque costero de Santa Teresa se sitúa en lo alto de una colina y constituye una atracción de valor más histórico que natural, aunque sus amplias playas y bosques atraen a muchos visitantes, en especial brasileños y uruguayos, particularmente durante el periodo de carnavales.
La fortaleza de Santa Teresa fue construida entre 1737 y 1780 por los ingenieros militares José del Pozo y Marchi, Bernardo Lecocq y Juan Bartolomé Howell, y formaba parte del sistema defensivo planeado por España para detener las invasiones de los portugueses desde Brasil. El principal factor impulsor fue la importante expansión territorial en las comarcas del Río de la Plata a mediados del siglo XVIII, que dio lugar a un proceso de ampliación de la frontera en la denominada Banda Oriental; este hecho estuvo motivado por el aprovechamiento de los cueros de ganado vacuno y la necesidad de ganar espacios para la formación de las estancias destinadas a su cría. El tratado de Madrid, firmado entre España y Portugal en 1750 y anulado en 1761, tuvo como finalidad establecer un arreglo de fondo en las cuestiones limítrofes en el ámbito rioplatense.