Es un parque nacional situado en el extremo septentrional del departamento boliviano de Potosí, en las proximidades de la localidad del mismo nombre, y cuyo principal atractivo es su interés paleontológico. Se encuentran allí, en efecto, valiosas pisadas de dinosaurios bípedos y cuadrúpedos, correspondientes al periodo cretácico, que están contenidas en formaciones rocosas de los cordones de las cordilleras Real y Oriental, en las cercanías de la cuenca alta del río Beni y del río Grande o Guapay, que vierte aguas al río Mamoré, ambos pertenecientes a la cuenca del Amazonas.
Se trata de un área típica de los valles mesotérmicos interandinos. Situados entre los 2.500 m y los 3.500 m de altitud, estos valles forman hendiduras en las cordilleras y han sido poblados por el hombre desde hace miles de años. El resultado de tan antiguo poblamiento se refleja en la vegetación que, en algunos lugares, se manifiesta muy alterada. Ciertas laderas que actualmente permanecen sin cultivar muestran señales de haber sido modeladas en forma de terrazas. Domina el ambiente la vegetación xerofítica y espinosa que, en algunas partes, se hace impenetrable.
Las expresiones de la fauna silvestre más destacadas están referidas a la urina (cérvido pequeño), frecuente aunque restringido a las densas espesuras y a las partes más bajas de los valles, y el puma, escaso y presente únicamente en lugares con vegetación muy cerrada. El zorro andino, zorrino o mofeta y los roedores son aún comunes. Entre las aves destacan el cóndor, varias especies de pájaros carpinteros, colibríes (incluso una especie gigante) y loros (papagayos, cotorras y guacamayos), perseguidos por los campesinos, dado el daño que causan en los cultivos de maíz y cacahuetes, por lo que se hace difícil su conservación. También hay varias especies de ofidios venenosos y de sapos, debido al proceso de especialización por aislamiento de las poblaciones.