Es una prueba generalmente aceptada que se supone capaz de determinar el verdadero estado de enfermedad de un paciente, con independencia de los hallazgos positivos o negativos o las sensibilidades o especificidades de otras pruebas diagnósticas utilizadas.
También se aplica a la medida reconocida de comparación de la superior eficacia o valor de una medicación concreta u otro tratamiento en comparación con el de otros fármacos o tratamientos.