La deformidad del pie que se caracteriza por la presencia de un arco exageradamente alto con hiperextensión de los dedos del pie en las articulaciones metatarsofalángicas, flexión en las articulaciones interfalángicas y acortamiento del tendón de Aquiles. Puede estar presente ya en el momento del nacimiento o bien aparecer más tarde como consecuencia de contracturas o de un desequilibrio en los músculos del pie, como sucede en enfermedades neuromusculares. En medicina y ciencia del deporte, el estado que se caracteriza por la rigidez del pie, la reducción de la movilidad de la articulación subastragalina y la reducción de la rotación interna de la tibia durante la locomoción. Después de tocar el pie el suelo, el talón se mantiene alto y rígido y no se produce el desbloqueo de la articulación transversa del tarso. Al correr, el pie se mantiene inflexible y no se adapta con facilidad a la superficie por la que se corre. Por tanto, el pie absorbe toda la fuerza del impacto contra el suelo. Los deportistas con pie cavo son propensos a sufrir lesiones como fracturas por sobrecarga del pie, fascitis plantar y aquilotendinitis. El arco longitudinal permanentemente alto también puede causar problemas en la parte superior del pie si el calzado no es lo bastante alto o los cordones aprietan demasiado y el pie queda constreñido al correr.