Se aplica al protector, como el casco, que está creado para proteger la cabeza de lesiones. Se emplean en varios deportes, como el ciclismo, el fútbol americano, el hockey sobre hielo, la hípica, la escalada, el piragüismo y el esquí. Los boxeadores amateur también usan protectores en los Juegos Olímpicos, lo cual reduce significativamente la incidencia de noqueos. Los protectores para la cabeza tienen que ser específicos para cada deporte, ligeros pero con capacidad para absorber energía. Los cascos de ciclismo, por ejemplo, tienen que ser muy aerodinámicos. Los cascos que emplean los jockeys tienen un diseño parecido al de los de motociclismo. Los cascos pesados o mal ajustados pueden exacerbar las lesiones, exagerando la flexión cervical y aumentando el riesgo de sufrir lesiones en el cuello. Algunos cascos integran elementos protectores para ojos y boca. Son difíciles de quitar, sobre todo después de una lesión. A menos que haya dificultad respiratoria, hay que diferir el momento de quitarlo si el deportista ha perdido el conocimiento, o si hay una posible lesión en la columna cervical. Si fuera esencial la extracción del casco, debe hacerlo personal preparado. Como los cascos ofrecen considerable protección, existe el riesgo de que los usuarios corran más riesgos porque se sienten invulnerables. Sin embargo, esta sensación de invulnerabilidad no está justificada. Cuando los cascos se introdujeron por primera vez en el hockey sobre hielo, las lesiones de la columna cervical aumentaron porque los cascos ofrecen poca protección contra fuerzas aplicadas sobre el cuello.