El receptor sensorial que responde al dolor: nociceptor. Se aplica a cualquiera de las numerosas terminaciones nerviosas libres situadas por todo el organismo que avisan de las variaciones potencialmente peligrosas en el entorno, como la presión o la temperatura excesivas. Las terminaciones nerviosas libres que constituyen la mayor parte de los receptores del dolor se localizan principalmente en la epidermis y en el revestimiento epitelial de ciertas mucosas. También están presentes en el epitelio escamoso estratificado de la córnea, en las vainas de las raíces y en las papilas de los pelos, así como alrededor de los cuerpos de las glándulas sudoríparas. Los extremos terminales de los receptores del dolor están constituidos por fibras nerviosas no mielinizadas que con frecuencia se anastomosan en pequeñas protuberancias entre las células epiteliales. Cualquier tipo de estímulo, si tiene la suficiente intensidad, puede estimular los receptores del dolor de la piel y de la mucosa, pero sólo unos cambios radicales en la presión y ciertas sustancias químicas pueden estimular los receptores de dolor en las vísceras.