La condición orgánica, masculina o femenina, de los animales y las plantas. El sexo es el conjunto de caracteres que diferencian a los machos de las hembras en los organismos heterogaméticos (así en lo racional como en lo irracional) y dentro de una misma especie. Se aplica al conjunto de seres pertenecientes a un mismo sexo (sexo masculino y sexo femenino; sexo fuerte y sexo débil) y a los órganos sexuales.
En botánica, las plantas que producen gámetas masculinos pertenecen al sexo masculino; las plantas que engendran gámetas femeninos, corresponden al sexo femenino. Los vegetales inferiores no tienen sexo, porque carecen de reproducción sexual isógama, que no permite distinguir macho o hembra. Los antófitos se califican de masculino cuando poseen estambres y producen micrósporas; de femeninos, si tienen carpelos y engendran macrósporas. En realidad, el sexo de los antófitos corresponde a la espora (grano de polen o saco embrional recién formado) y al reducido protalo que de ellas deriva; pero la sexualidad, a causa de una falsa homologación, ha trascendido al vegetal esporóforo (al esporófito). En rigor, tampoco es adecuado el calificativo de hermafrodita aplicado a los antófitos que producen micrósporas y macrósporas sobre un mismo individuo (F. Q.).
En medicina, el estado orgánico y funcional que distingue a los varones de las hembras. El sexo es la clasificación en macho o hembra basada en numerosos criterios, entre ellos las características anatómicas y cromosómicas (véase coito). En psicología, la diferenciación genital que distingue al macho de la hembra; es un elemento biológico más manifiesto en la determinación de la personalidad (véase sexología y sexualidad).