Se aplica a cualquiera de los diversos síndromes que se asocian a un aumento de la viscosidad de la sangre. Uno de los tipos se debe a la hiperviscosidad sérica y se caracteriza por hemorragias espontáneas con trastornos neurológicos y oculares; otro tipo presenta policitemia, con retraso del flujo sanguíneo, congestión de los órganos, reducción de la perfusión capilar y aumento del trabajo cardíaco; un tercer grupo engloba las afecciones en las que existe una alteración de la deformabilidad de los eritrocitos, como la anemia falciforme.