El complejo sistema, de lo que se conocía hasta hace poco tiempo, ya que su acción no solo se circunscribe al plasma sanguíneo, sino que igualmente se ha demostrado su existencia en tejidos como: corazón, cerebro, riñón, páncreas, aparato reproductor, sistema linfático y el tejido adiposo; con acciones activas específicas en todos ellos, y al mismo tiempo está presente en el interior de diferentes tipos de células, como cardiomiocitos y fibroblastos. Constituye un sistema endocrino, paracrino y autocrino que es capaz de actuar a sus diferentes niveles de manera independiente o relacionada, y participa no solo en el control de la presión arterial y homeostasis del agua y sodio como se le atribuía inicialmente, sino que también interviene en el correcto funcionamiento de numerosos órganos, así como en el mecanismo fisiopatológico de alteraciones estructurales y funcionales, fundamentalmente cardiovasculares y renales que van mucho más allá de la hipertensión arterial.