En historia natural, cada uno de los diversos agregados de elementos anatómicos, entrelazados o simplemente adheridos entre sí, que forman las partes sólidas de los cuerpos organizados (D. A.). En biología, grupo de células similares, organizadas para realizar una o más funciones específicas; por ejemplo, el los animales, el tejido nervioso está especializado en percibir y transmitir los estímulos. En anatomía, conjunto de células con una estructura similar que realiza un función específica: los principales tipos de tejido corporal con epitelial, conjuntivo, muscular y nervioso. El término, en su acepción botánica, arranca de los primeros tiempos de la anatomía vegetal, hacia fines del siglo XVII; a los padres de esta ciencia, observando al microscopio secciones delgadas de partes vegetales, les llamó la atención el parecido del retículo constituido por las membranas celulares con un tejido flojo. En nombre ha continuado en uso, aunque so contenido se ha ampliado considerablemente, de forma que hoy se considera también como tejidos hasta los complejos que no presentan parecido alguno con un tejido en el sentido usual de la palabra, como ocurre con muchos tejidos vegetales y principalmente animales. Se entiende en botánica, por tejido, lato sensu, un conjunto de células conexionadas (Rothert y Jost, Handw. d. Bot., 2.ª ed.). Concretando más, se puede añadir que las células han de ser de la misma condición, unirse unas con otras más o menos sólidamente y de manera perdurable (hasta su muerte) para formar conjuntos macizos o por lo menos laminares (no suelen considerarse como tejidos los filamentos constituidos por células unidas entre sí). El tejido, además, ha de desempeñar algún cometido especial. Prescindiendo de los tejidos constituidos por una sola fila de células trabadas, como vemos en muchas algas filamentosas, no considerados como tales por muchos autores, los demás pueden ser de dos clases: laminares, como en las hojitas de los musgos, en las páleas de los helechos, en muchas algas, etc., o bien macizos, cuando forman cuerpos de cierto grosor, como en casi todos los órganos de las plantas superiores. En cuanto a su origen el tejido legitimo, o propiamente dicho, se engendra exclusivamente como consecuencia de repetidas divisiones celulares; en otro caso, es decir, cuando el complejo celular se constituye por reunión y soldadura de células antes desunidas, como vemos en diversos hongos, se trata de forma histoide, de pseudoparénquima, etc., pero no de verdaderos tejidos. Esta distinción, válida desde el punto de vista histogénico, pierde importancia si se atiende sólo al carácter morfológico y fisiológico del complejo celular. Los tejidos propiamente dicho se dividen en dos grupos primarios: meristema, o tejido embrional, y tejido adulto.