La siguiente explosión de actividad teológica se produjo en la edad media, mencionando Anselmo y su obra capital, la figura sobresaliente de la teología medieval fue el santo Tomás de Aquino. Su gran Summa Theologiae (1265-1273), que llegó a los dos millones de palabras y quedó inacabada a su muerte, es una detallada exposición teológica de las doctrinas sobre Dios, la naturaleza humana y la recta conducta, así como la encarnación y la salvación. Entremezcla con sutileza temas filosóficos y teológicos y ha ejercido una influencia sin precedentes, en especial en la teología católica romana. Aquino también escribió una obra apologética fundamental, la Summa contra gentiles (1261-1264); hizo un uso importante de la filosofía de Aristóteles, que se estaba redescubriendo en aquella época.