La tradición es otro medio de expresión y transmisión de la revelación original; la tradición precede a la escritura, en el sentido de que los relatos y las doctrinas de los fundadores se transmitieron de forma oral antes de quedar escritos y adoptar una forma estable. Pero la tradición también sigue a la escritura, ya que donde la escritura aparece confusa o inconsistente, la comunidad de creyentes tiene que interpretarla, y se desarrolla a veces todo un conjunto de interpretaciones junto con la escritura original, e incluso puede escribirse de nuevo. Esto ha ocurrido tanto en el judaísmo como en el islam, aunque en estas religiones el conjunto de la tradición no tenga la misma categoría que las escrituras. En la cristiandad, el catolicismo romano ha dado un importante valor a la tradición como voz viva de la Iglesia. Los protestantes subrayan el principio de dependencia en la autoridad de la Biblia en exclusiva, ya que la Biblia que se lee y se enseña en el contexto de la Iglesia (en especial en la liturgia) es imposible escucharla en la práctica sin alusiones a la interpretación tradicional; por último, la experiencia ha adquirido una importante influencia en la teología, sobre todo en épocas modernas. El respeto a la autoridad de la escritura, la tradición e incluso la revelación ha disminuido, y por lo tanto los teólogos tienden a recurrir cada vez más a la experiencia viva, ya sea personal o de la comunidad.

El teólogo busca el significado de Dios no sólo en experiencias religiosas como el misticismo y la conversión, sino también en la experiencia cultural, social y política de la época.