La teología más antigua (la de los filósofos griegos, que acuñaron la palabra teología) se basaba en una reflexión racional sobre Dios, el mundo y la existencia humana; estos filósofos contrastaron de forma explícita la aproximación teológica racional al problema de Dios con los relatos mitológicos de los dioses que habían narrado los poetas griegos.
La aproximación racional ha seguido teniendo numerosos partidarios, como Aquino, pero la llamada a la revelación como fuente de la verdad religiosa (y por eso teológica) también ha sido notable en las tradiciones cristiana, judía, islámica y en algunas orientales.
Se rastrean estas religiones hasta sus fundadores pioneros, que ofrecieron ideas nuevas y atractivas sobre las cuestiones de Dios y el destino humano; posteriores generaciones de pensadores reflexionaron sobre el contenido de estas aclaraciones, formularon sus implicaciones, aplicaron sus ideas a nuevas situaciones y examinaron y criticaron las interpretaciones que se habían ofrecido en otras épocas. Las ideas características de los fundadores, se utilice o no la palabra revelación, han quedado grabadas en las estructuras de las diferentes religiones, y que sigan pareciendo inagotables es un testimonio de la profundidad y riqueza de estas ideas; véase el papel de las Escrituras; la tradición y experiencia.