Virus o principio orgánico que convenientemente preparado se inocula a una persona o a un animal para preservarlos de una enfermedad determinada. En biología, la suspensión en un medio líquido de microorganismos o algunos antígenos atenuados que se inoculan en el hombre para inmunizarlo contra una enfermedad determinada. En veterinaria, la enfermedad vírica de las vacas, caracterizada por una erupción pustulosa; el término también se aplica a esta misma erupción. En farmacia, la suspensión de microorganismos atenuados o muertos administrada por vía intradérmica, intramuscular, oral o subcutánea para inducir inmunidad activa frente a enfermedades infecciosas. En medicina, la preparación compuesta por antígenos que introducida en el organismo es capaz de estimular el desarrollo de anticuerpos específicos y proporcionar inmunidad específica contra una determinada enfermedad microbiana, vírica o parasitaria. Este método terapéutico fue desarrollado por el médico inglés Edward Jenner a finales del siglo xviii que observó que las personas que estaban en contacto directo con las vacas y que sufrían la viruela vacuna (enfermedad benigna) no contraían la viruela humana. Para demostrar su teoría introdujo en un niño pequeñas cantidades de linfa procedentes de pústulas de una vaca que padecía la enfermedad; pasados unos días, en el mismo niño, inoculó virus de la viruela humana y pudo comprobar que no desarrolló la enfermedad. En la actualidad reciben el nombre de vacunas las preparaciones elaboradas para inducir en los organismos una inmunización activa. Las vacunas pueden prepararse a partir de microorganismos vivos atenuados (microorganismos no virulentos pero que conservan la capacidad para producir anticuerpos); con esta técnica se preparan las vacunas contra la rabia, viruela y poliomielitis. También pueden utilizarse gérmenes muertos, como en el caso de la vacuna contra la peste, cólera y fiebre tifoidea o utilizar las toxinas secretadas por los microorganismos (toxinas extraídas de las bacterias a las que se les hace perder su toxicidad, pero no su poder antigénico), como en el caso de la vacuna antitetánica y antidiftérica. Los dos últimos tipos de vacunas proporcionan inmunidad temporal. Las vacunas pueden administrarse por vía oral, intramuscular o introducirse en la piel a través de ligeras escarificaciones. Cuando una vacuna es administrada puede provocar algunas reacciones adversas: dolor o inflamación en el punto de la inoculación y fiebre ligera. Existen algunas contraindicaciones temporales para ser vacunado, como un estado febril agudo, alteraciones hematológicas, afecciones cutáneas y afecciones renales agudas. En la mujer embarazada sólo están contraindicadas las vacunas preparadas con gérmenes vivos. En todos los países existe un calendario de vacunaciones que se aplica desde los primeros meses de vida del niño. En España es obligatoria la vacunación contra la poliomielitis, el tétanos, la difteria, la tos ferina y el sarampión. También se practican la inmunización contra la hepatitis B, la tuberculosis, la rubéola y la parotiditis. Se recomienda también la vacunación anual contra la gripe, especialmente en las personas consideradas de riesgo. Una de las funciones principales de la inmunología es la búsqueda de nuevas vacunas; en la actualidad de está trabajando en vacunas contra la malaria, el cáncer y el SIDA.