Son los volcanes de Islandia, ubicados en la cordillera volcánica dorsal Atlántica. El 29 de septiembre de 1996 en una zona fría y apartada de Islandia una serie de terremotos moderados anunciaron un incidente de consecuencias dramáticas. Islandia está asentada sobre la dorsal Media del Atlántico, lo que provoca frecuentes temblores en esta isla donde existen numerosos volcanes. La isla volcánica Surtsey surgió en este paisaje confuso en 1963 y la ciudad de Vestmannaeyjar estuvo a punto de ser víctima de los ríos de lava diez años después. Los temblores que tuvieron lugar aquel día despertaron al volcán Bardarbunga, cuya última erupción se había producido en 1910. En el cráter de este volcán, que se encuentra a 200 km de Reykjavík, existe una capa de hielo llamada Vatnajökull de cerca de 100 km de ancho. El glaciar forma un manto de hielo de hasta 600 m de grosor sobre el volcán.
Al día siguiente, el 30 de septiembre, cuando el volcán comenzó a entrar en actividad, el hielo que lo recubría se agrietó y descendió por sus laderas, dejando tras de sí inmensas grietas en la superficie y una serie de enormes depresiones de hasta 100 m. Estas depresiones se encontraban justo sobre una grieta volcánica que correspondía a la propia dorsal Media del Atlántico. Torrentes de aguanieve se precipitaron sobre el glaciar, siguiendo los canales del oscuro y helado terreno hasta la caldera más baja del volcán Grimsvötn, situado a varios kilómetros al sureste. El lago subglaciar que se forma eventualmente en el seno del Grimsvötn creció rápidamente hasta que el hielo que lo recubría empezó a aumentar de tamaño y llegó a alcanzar más de 15 metros.
El 1 de octubre tuvo lugar la primera erupción, que aquel día fue amortiguada por el hielo, pero que salió a la superficie 24 horas más tarde. Las explosiones regulares enviaron nubes de cenizas negras hacia el cielo por encima de los 10 km y una columna de cenizas más ligeras y de vapor se elevó por encima de los 13 km, manchó el glaciar y produjo una lluvia de cenizas sobre el norte de Islandia. Las aguas en la depresión del Grimsvötn alcanzaron niveles críticos y los ríos del sur, alimentados por el súbito deshielo, acabaron por desbordarse. La erupción continuó hasta el 13 de octubre, día en que cesó la actividad. Vatnajökull volvió a convertirse en el guardián de hielo de las sorprendentes calderas de fuego que recubre.