Calificativo aplicado por H. Del Villar (1929), en las montañas de SE y E de España, y otras de cliserie análoga en la misma región mediterránea u otras, al piso inmediatamente superior al límite de los árboles, en que la vegetación, en vez de ofrecer un carácter alpino, es de tipo xerofítico, fruticosa o sufriticosa, abierta, con dominantes de porte con frecuencia rastrero o almohadillado.