Es una cultura de la edad del bronce española, extendida por las llanuras manchegas de la Submeseta sur. Su mejor exponente son ciertos poblados, denominados morras o motillas por su relevancia paisajística, que constan de una gran torre central y de varias murallas concéntricas, entre las que se distribuyen cabañas de ramaje. Las más representativas son las de Los Palacios, El Azuer y El Acequión, que conocieron su apogeo en el bronce pleno. Fueron, pues, coetáneas de El Argar, y ello, unido a su vecindad respecto al sureste peninsular, justifica la similitud de su equipamiento —parecidas cerámicas lisas y piezas metálicas, idénticos adornos de marfil— y de sus costumbres funerarias, ya que las tumbas, individuales y de inhumación, yacen comúnmente en el interior del hábitat.