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geología: historia hasta el siglo XX

Los pueblos antiguos consideraban muchas características y procesos geológicos como obra de los dioses. Observaban el entorno natural con miedo y admiración, como algo peligroso y misterioso. Así, los antiguos sumerios, babilonios y otros pueblos, pese a realizar descubrimientos notables en matemáticas y astronomía, erraban en sus investigaciones geológicas al personificar los procesos geológicos. Las leyendas irlandesas, por ejemplo, sugerían que los gigantes eran responsables de algunos fenómenos naturales, como la formación por meteorización de las columnas basálticas conocidas ahora como la Calzada de los Gigantes. Estos mitos también eran corrientes en las civilizaciones del Nuevo Mundo; por ejemplo, los pueblos indígenas americanos pensaban que los surcos en los flancos de lo que se llegó a conocer como Torre del Diablo en Wyoming eran las huellas de las garras de un oso gigante.

La antigüedad y la Edad Media: de modo similar, en la Grecia y Roma antiguas, muchos de los dioses estaban identificados con procesos geológicos. Por ejemplo, las erupciones volcánicas de Sicilia eran atribuidas a Vulcano. Se atribuye al filósofo griego Tales de Mileto, del siglo VI a.C., la primera ruptura con la mitología tradicional. Consideraba los fenómenos geológicos como sucesos naturales y ordenados que pueden ser estudiados a la luz de la razón y no como intervenciones sobrenaturales. El filósofo griego Demócrito hizo progresar esta filosofía con la teoría según la cual toda la materia se componía de átomos. Basándose en esta teoría, ofreció explicaciones racionales de todo tipo de procesos geológicos: los terremotos, las erupciones volcánicas, el ciclo del agua, la erosión y la sedimentación. Sus enseñanzas fueron expuestas por el poeta romano Lucrecio en su poema De la naturaleza de las cosas. Aristóteles, uno de los filósofos de la naturaleza más influyentes de todos los tiempos, descubrió en el siglo IV a.C. que las conchas fósiles encajadas en estratos de roca sedimentaria eran similares a las encontradas en las playas. Con esta observación supuso que las posiciones relativas de la tierra y del mar habían fluctuado en el pasado y comprendió que estos cambios requerirían grandes periodos de tiempo. Teofrasto, discípulo de Aristóteles, contribuyó al pensamiento geológico escribiendo el primer libro de mineralogía. Se llamaba De las piedras, y fue la base de la mayoría de las mineralogías de la edad media y de épocas posteriores.

El Renacimiento: el renacimiento marcó el verdadero inicio del estudio de las ciencias de la Tierra; la gente empezó a observar los procesos geológicos mucho más que los griegos clásicos lo hicieron. Si Leonardo da Vinci no fuera tan conocido como pintor o ingeniero, lo sería como pionero de las ciencias naturales. Se dio cuenta, por ejemplo, de que los paisajes están esculpidos por fenómenos de erosión, y de que las conchas fósiles de las piedras calizas de los Apeninos eran los restos de organismos marinos que habían vivido en el fondo de un mar antiguo que debía de haber cubierto Italia. Después de Leonardo, el filósofo naturalista francés Bernard Palissy escribió sobre la naturaleza y el estudio científico de los suelos, de las aguas subterráneas y de los fósiles. Los trabajos clásicos sobre minerales de este periodo fueron escritos, sin embargo, por Georgius Agricola, un alemán experto en mineralogía que publicó De re metallica (1556) y De natura fossilium (1546). Agricola recopiló los desarrollos más recientes de geología, mineralogía, minería y metalurgia de su época; sus trabajos fueron traducidos con profusión.

Siglo XVII: Niels Stensen, un danés (más conocido por la versión latina de su nombre, Nicolaus Steno), sobresale entre los geocientíficos del siglo XVII. En 1669 demostró que los ángulos interfaciales de los cristales de cuarzo eran constantes, con independencia de la forma y del tamaño de los cristales y que, por extensión, la estructura de otras especies cristalinas también sería constante; así, al llamar la atención sobre el significado de la forma de los cristales, Steno sentó las bases de la ciencia cristalográfica. Sus observaciones sobre la naturaleza de los estratos de roca le llevaron a formular la ley de la superposición, uno de los principios básicos de la estratigrafía.

Siglos XVIII y XIX: el pensamiento geológico del siglo XVIII se caracterizó por los debates entre escuelas opuestas. Los plutonistas, que proponían que todas las rocas de la Tierra se solidificaron a partir de una masa fundida y que luego fueron alteradas por otros procesos, se oponían a los neptunistas, cuyo principal exponente fue el geólogo alemán Abraham Gottlob Werner. Werner proponía que la corteza terrestre consistía en una serie de capas derivadas de material sedimentario depositadas en una secuencia regular por un gran océano, como en las capas de una cebolla; por el contrario, el geólogo escocés James Hutton y los plutonistas, como eran llamados sus seguidores, distinguían las rocas sedimentarias de las intrusivas de origen volcánico.
En 1785, Hutton introdujo el concepto de uniformitarianismo según el cual la historia de la Tierra puede ser interpretada sirviéndose sólo de los procesos geológicos ordinarios conocidos por los observadores modernos. Pensó que muchos de estos procesos, actuando de manera muy lenta, como lo hacen ahora, tardarían millones de años en crear los paisajes actuales. Esta teoría contradecía todas las opiniones teológicas de su tiempo que consideraban que la Tierra tendría unos 4.000 años; los antagonistas de Hutton, liderados por el naturalista francés Georges Cuvier, creían que cambios bruscos y violentos (catástrofes naturales como la inundación y seísmo) eran los responsables de las características geológicas terrestres: por esta razón se les denominaba catastrofistas.
El debate enfervorizado establecido entre estas dos escuelas empezó a declinar hacia el lado de los uniformitarios con la publicación de los Principios de Geología (1830-1833) de Charles Lyell; nacido en 1797, año de la muerte de Hutton, Lyell se convirtió en la mayor influencia sobre la teoría geológica moderna, atacando con valentía los prejuicios teológicos sobre la edad de la Tierra y rechazando los intentos de interpretación de la geología a la luz de las Escrituras. En las colonias de América del Norte, el conocido topógrafo, delineante y cartógrafo Lewis Evans había hecho notables contribuciones al saber geológico de América antes del influyente trabajo de Lyell. Para Evans era evidente que la erosión de los ríos y los depósitos fluviales eran procesos que habían ocurrido en el pasado. Además, a lo largo de su trabajo, apareció el concepto de isostasia: la densidad de la corteza terrestre decrece al crecer su espesor.
Junto al trabajo de Lyell, los principales avances de la geología en el siglo XIX fueron las nuevas reacciones contra los conceptos tradicionales, la promoción de la teoría glacial, el inicio de la geomorfología en América, las teorías sobre el crecimiento de las montañas y el desarrollo de la llamada escuela estructuralista; véase teoría glacial; estratigrafía; ciclos de la actividad geológica (ciclos geológicos; periodos geológicos; Era Geológica); estudio de campo.

Siglo XX: los avances tecnológicos del siglo XX suministraron herramientas nuevas y sofisticadas a los geólogos y les permitieron medir y controlar los procesos terrestres con una precisión antes inalcanzable; en su teoría básica, el campo de la geología experimentó una gran revolución con la introducción y el desarrollo de la hipótesis de la tectónica de placas que establece que la corteza de la Tierra y la parte superior sólida del manto se divide en varias placas que se mueven, chocan o se alejan en intervalos geológicos; la litosfera que constituye las placas se forma en las zonas de borde constructivo de placas, que son las dorsales de los centros de algunas cuencas oceánicas y los valles en rift de áreas continentales. Esa litosfera se destruye por fusión en el manto en los bordes destructivos o zonas de subducción, donde una placa se introduce por debajo de otra formando cordilleras y zonas volcánicas; los lugares de la Tierra donde se producen los grandes terremotos tienden a situarse en los límites de estas placas sugiriendo que la actividad sísmica puede interpretarse como el resultado de movimientos horizontales de éstas.
Esta hipótesis se relaciona con el concepto de deriva continental, propuesta por el geofísico alemán Alfred Wegener en 1912; fue apoyada más tarde por la exploración de las profundidades marinas, gracias a la cual se obtuvieron pruebas de que el fondo marino se extiende, creando un flujo de corteza nueva en las dorsales oceánicas; el concepto de la tectónica de placas se ha relacionado desde entonces con el origen y el movimiento de los continentes, con la generación de corteza continental y oceánica y con su evolución temporal; de esta forma, los geólogos del siglo XX desarrollaron una teoría para unificar muchos de los procesos más importantes que dan forma a la Tierra y a sus Continentes.

Últimas palabras

pezonomía

Es un término creado por H. del Villar para expresar la distribución de mares y tierra emergidas en la superficie terrestre. La pezonomía, concurriendo con la latitud y la altitud,

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pezoncilloso

Provisto de pezoncillos; provisto de pedículos: pediculado. En botánica, para Colm., provisto de glándulas papilares, como las de la ajedrea.

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pezoncillo

El pezón de pequeño tamaño. En botánica, para Gómez Ortega, sinónimo peciólulo; para Clemente, pedicelo.

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pezonado

De forma de pezón; sinónimo de apezonado (Barnades, Princ.).

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pezón común

El pecíolo común de una hoja compuesta; raquis, de la hoja compuesta (Gómez Ortega, 1. c.; Soliva, Disert.)

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PEY.

Abreviatura de Herb. of Yenching University.-Peiping (China).

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petrophytia

Expresión latina aplicada, en geobotánica, en su sentido general, a la vegetación que vive en un medio rocoso. Se divide en chasmophytia, cuando la vegetación vive en las quiebras de

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petrógena

Formado o creado por la roca (con metáfora), por vivir sobre ella o entre piedras: vegetales petrógenas.

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petrófito

La planta rupícola propiamente dicha, que sólo se cría en los peñascos. Los petrófitos se dividen en lipófitos y casmófitos (Oettli, Beitr. z. Oekologie der Felsflora 1905).

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petro-

Prefijo tomado del griego con el significado de roca, peñasco: petr-.

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petr-

Prefijo derivado del griego con el significado de roca, peñasco: petro-.

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petrideserta

La deserta originados por la naturaleza pétrea del terreno, constituído por peñascos o grandes bloques de roca; en estas fitocenosis predominan los talófitos que se desarrollan sobre la piedra o

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petrícola

Que se cría en la roca, como cualquier petrófito; confiere rupícola, más utilizado.

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petri-

Prefijo derivado del latín con el significado de piedra.

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pétreo

De piedra, roca o peñasco; pedregoso; rocoso. En botánica, muy duro, parecido a la piedra por su consistencia: célula pétrea, es decir, célula esclereida.

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PET.

Abreviatura de National University of Peking Teachers College.-Peiping (China).

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petiveráceas

El término equivale a las fitolacáceas; familia del orden centrospermas, de flores generalmente hermafroditas y unisexuales poco llamativas, hojas esparcidas y fruto en baya o cápsula.

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petalostémono

De estambres concrescentes con los pétalos; los vegetales petalostémonos corresponden a las corolifloras de De Candolle.

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petalodia

El término literalmente significa semejante a un pétalo: petalino. Se dice de la transformación de las piezas de cualquier verticilo florar cuando se convierten en pétalos, por ejemplo, en las

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petalino

Perteneciente o relacionado con el pétalo; de la naturaleza del pétalo.

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petalizarse

Convertirse en pétalo cualquier piza floral de un verticilo que no sea la corola: en las flores dobles suenen petalizarse los estambres.

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embrio-

Prefijo derivado el griego con el significado de feto, embrión.

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embotado

Que está acorchado o ha quedado insensible. En veterinaria, se refiere a la res vacuna de pelo claro con extremidades negras. En botánica, es un término usual de los romancistas,

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embosquecer

Convertirse un campo en bosque. Se dice de un terreno; hacerse bosque, convertirse en bosque.

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embolíspora

Es un término anticuado que se aplica a la espora nacida en el interior de un esporóforo filamentoso.

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emasculación

Acción y resultado de castrar: castración. En botánica, la castración o remoción de las anteras de una flor antes de desprenderse el polen (J. H. y S.).

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eluvial

Se dice del horizonte de un suelo o la roca que han sufrido eluviación. En edafología, el horizonte (u horizontes) que, por lixiviación, resultan empobrecidos o privados de determinados elementos.

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elitoral

En la división fitogeográfica de la halophydrophytia por Kihlmann, la zona más alejada de la orilla, o sea de alta mar; equivale al sentido de pelágico, de otros autores (HV.).

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elipsoide

La figura geométrica limitada en todos sus sentidos, cuyas secciones planas son todas elipses o círculos. En botánica, nombre dado provisionalmente a cada uno de ciertos corpúsculos de naturaleza y

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elipsina

Proteína estructural que, según Bensley, persistiría después de extraídas todas las proteínas solubles y sería la base de las estructuras permanentes, como la carioteca y la membrana celular. Posteriormente no

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eliminación individual

La eliminación que procede por aniquilación sucesiva de los individuos inadaptados. La eliminación puede ser debida a simples fuerzas físicas contra las cuales ha de luchar la constitución orgánica de

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eliminación catastrófica

Se aplica a la aniquilación en masa; la manera de ser de cada individuo no puede constituir base alguna de defensa contra ella: puede ser simultánea o sucesiva.

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eliminación

Acción y efecto de eliminar. En matemática, en un sistema de ecuaciones, el procedimiento por el que se obtiene, a partir del anterior, un nuevo conjunto de ecuaciones en las

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