Es un nombre común de varios pólipos marinos similares a flores que tienen un cuerpo cilíndrico o en forma de ánfora (la anemona de mar): muchas especies son coloreadas; los especímenes grandes pueden alcanzar un diámetro de 1 metro. El cuerpo es cerrado y se fija sobre las rocas o el coral por un extremo; en el otro hay una boca central rodeada de tentáculos armados con nematocistos (células urticantes y células con hilos que paralizan y atrapan a los peces y animales marinos pequeños que constituyen su presa). La boca, en forma de ranura, conduce a un corto esófago que se abre en la cavidad corporal. En cada extremo de la boca, un poro permanente conduce a un surco ciliado, llamado sifonoglifo, situado al lado del esófago, a través del cual fluye una corriente continua de agua que lleva oxígeno a los tejidos y elimina los productos de desecho. La cavidad corporal está dividida en una serie de sacos por los septos (particiones), que se extienden desde la pared del cuerpo. Estos septos aumentan la superficie disponible para la secreción de jugos digestivos y para la absorción de alimentos, además de contener las gónadas que producen el esperma y los óvulos.
La mayor parte de las anémonas marinas se reproducen de forma sexual; la gemación y la fisión son, en comparación, infrecuentes. Los huevos suelen ser fecundados en la cavidad gástrica, y las crías salen por la boca en forma de larvas que son capaces de nadar y que no tardan en fijarse sobre alguna superficie. El cangrejo ermitaño a veces fija una anémona sobre su caparazón (simbiosis): algunas anémonas se convierten en parásitas de ciertas especies de medusas. Clasificación científica: las anémonas marinas componen el orden Actiniaria, perteneciente a la clase Anthozoa.