Se consideran con interés comercial unas pocas especies de esponjas, llamadas esponjas de baño. Su esqueleto se compone solo de espongina, un material proteínico flexible, y carece de espículas duras. Las esponjas del mar Mediterráneo son las mejores y las más suaves; las siguen en calidad las esponjas del mar Rojo, y las especies antillanas, que son más ásperas y menos duraderas. Las esponjas son recolectadas por buceadores, y a continuación se deja descomponer el tejido vivo. El esqueleto remanente se lava, se blanquea y se corta en los familiares bloques que se venden en las tiendas.
Las esponjas (poríferos) pertenecientes a la clase calcáreas (calciesponjas), son marinas, con espículas esqueléticas compuestas por carbonato de calcio; las esponjas vítreas (Hexactinellida) son todas marinas y viven en aguas profundas: dado que su esqueleto es de sílice, muestra bellísimas disposiciones de seis puntas; las esponjas con espículas silíceas (no hexarradiadas) o de espongina (o ambas): salvo las esponjas de la familia Espongílidos, que viven en las aguas dulces, las demás son marinas; las esponjas coralinas o esclerosponjas (Sclerospongidae) presentan un delgado esqueleto de espongina y sílice que rodea un esqueleto calcáreo central más robusto, viven sobre arrecifes de coral y en lugares escondidos o cuevas.