El continente africano acoge una gran variedad de culturas, caracterizadas cada una de ellas por un idioma propio, unas tradiciones y unas formas artísticas características. Aunque la gran extensión del desierto del Sahara actúa como barrera divisoria natural entre el norte de África y el resto del continente, hay considerables evidencias que confirman toda una serie de influencias entre ambas zonas a través de las rutas comerciales que atravesaron África desde tiempos remotos. Hoy, por ejemplo, aparecen entre las culturas del sur del Sahara muchas muestras de arte islámico, así como también formas arquitectónicas de inspiración norteafricana. Además, las investigaciones apuntan a una influencia recíproca entre estas zonas del sur con las tradiciones artísticas y culturales de aquellas regiones del norte de África más cerradas al Mediterráneo. El arte de Egipto, uno de los más brillantes de África, tiene importantes conexiones artísticas y culturales con las civilizaciones africanas al sur del Sahara.

Las artes africanas son fiel reflejo de las ricas historias, filosofías, religiones y sociedades de los habitantes de este vasto continente. El arte africano, además de su importancia inherente a las gentes que lo produjeron, ha servido de inspiración a algunos de los más importantes artistas y movimientos del arte contemporáneo tanto de Europa como de América. Los artistas occidentales del siglo XX han admirado la importancia que se concede a la abstracción en el arte africano, estimulando con ello su falta de preocupación por el naturalismo.

La historia del arte africano se remonta a los tiempos prehistóricos. Entre las formas artísticas más antiguas están las pinturas y grabados en piedra de Tassili n’Ajjer y Ennedi, en el Sahara (6000 a.C. y siglo I d.C.). Otros ejemplos de arte primitivo los tenemos en las esculturas modeladas en arcilla de los artistas de la cultura Nok, al norte de Nigeria, fechadas entre el 500 y el 300 a.C.; también en los decorativos trabajos en bronce de Igbo-Ukwu (siglos IX y X d.C.), y en las magníficas esculturas en bronce y terracota de Ifé (del siglo XII al XV d.C.). Estas últimas muestran tal habilidad técnica y están representadas de forma tan naturalista que en un principio, aunque erróneamente, se consideró que estaban inspiradas en la Grecia clásica. Las ricas tradiciones artísticas africanas continúan hoy día, tanto en su línea más tradicional como a través de nuevos y renovadores modos de expresión.

– La tradición artística africana abarca la escultura (en forma de figuras y máscaras), la arquitectura (principalmente estructuras de tipo doméstico), el mobiliario, la cerámica, los tejidos y las joyas. La decoración corporal (que comprende pinturas, peinados, tocados y tatuajes, o incisiones) y las pinturas (en edificios y ropas) forman también una parte destacada del patrimonio artístico africano.

1. Materiales; Los materiales más comúnmente empleados son la madera, las fibras textiles, el metal (especialmente bronce, hierro y oro), el marfil, la arcilla, la tierra y la piedra. Las formas de representación dentro de cada elemento varían desde un relativo naturalismo a la abstracción absoluta, con unos estilos artísticos en consonancia con la tradición estética establecida en cada área cultural. En el arte africano se presta una considerable atención tanto al mantenimiento de las formas artísticas tradicionales dentro de una cultura, como a la estimulación de la creatividad y la innovación dentro de los parámetros de cada tradición artística.

2. Artistas; Los artistas africanos trabajan generalmente como especialistas, recibiendo su instrucción y enseñanzas de otros artistas ya consolidados que viven en sus mismas comunidades o áreas culturales. En ciertos reinos antiguos, como el de Benín en Nigeria, la formación de los jóvenes artistas era controlada por importantes y activos gremios. Entre los cercanos yoruba se fueron desarrollando escuelas de artistas a partir de grupos familiares locales. A menudo la profesión artística se vio como algo hereditario, pasando el talento de generación en generación, y relacionando muchas veces la creatividad y el éxito a cualidades divinas heredadas de los ancestros. Entre los pueblos dogones y bambara de Malí, por este motivo, todos los escultores fueron seleccionados de entre un antiguo grupo de herreros con costumbres endogámicas (matrimonios entre los distintos miembros de la familia). El lugar de trabajo y los materiales empleados fueron también elementos importantes para el artista durante el proceso creador. A menudo éstos fueron controlados por severas medidas y prohibiciones de carácter religioso.

3. Estéticas; La crítica social fue parte esencial de la tradición artística de muchas culturas africanas. Estudios estéticos llevados a cabo por artistas y críticos de África señalan una deliberada preocupación por la abstracción. Así, por ejemplo, entre los yoruba de Nigeria los cánones de belleza de una escultura descansan sobre diversos elementos expresamente no figurativos. Entre éstos están: la expresividad, aun cuando para ello haya que recurrir a la distorsión de las proporciones; la pureza, que implica juventud y buena salud; la simetría, con exclusión de actitudes o posturas más naturales; el aspecto efébico, que es la representación idealizada de cada personaje en su edad juvenil; la tersura, sugiriendo de nuevo la idea de lo joven y sano, carente de imperfecciones físicas; y la hipermimesis, enfatizando los caracteres generales más que las representaciones fidedignas y exactas de la realidad. En algunas culturas africanas se aceptaron modelos estéticos intencionadamente distorsionados para retratar personajes de conducta antisocial. Los ibo e ibibio de Nigeria, por ejemplo, hicieron máscaras imitando horrendos y morbosos monstruos de facciones asimétricas para representar con ellas a los individuos revoltosos, malos o peligrosos. Estas máscaras solían compararse frecuentemente con otras de mayor belleza y factura estética, en las que se retrataba a los personajes disciplinados, buenos o pacíficos de la tribu.

4. Mecenazgo; El mecenazgo, como los condicionamientos estéticos, desempeña un destacado papel en la creación de arte africano. Los reyes y cortesanos tienen particular importancia a este respecto por sus continuos encargos artísticos para el montaje de representaciones públicas, ceremonias religiosas y exposiciones. En arquitectura, los palacios de los reyes que habitaron en Nigeria (yoruba, Benín), Ghana (akan), Camerún (bamileke, bamum) y Zaire (quba, mangbetu) se encuentran entre los más bellos y ricamente decorados de toda África. Los costosos materiales puestos a disposición de los gobernantes (marfil, bronce, oro, abalorios y terciopelo) tienen una amplia difusión en las artes promocionadas por estas cortes reales. Entre los objetos artísticos encargados por la realeza se encuentran los cetros, báculos, tronos, espadas, coronas, esculturas conmemorativas y vajillas. Otra fuente importante de mecenazgo para el arte africano fueron las numerosas asociaciones de hombres y mujeres creadas dentro de las respectivas comunidades para controlar los asuntos sociales y políticos, así como también los religiosos. Las aún vigentes asociaciones de hombres poro de la etnia dan y sus vecinos de Liberia y Costa de Marfil son ejemplos característicos de este tipo de mecenazgo artístico. Los poro fueron quienes encargaron muchas de las máscaras y esculturas figurativas halladas en esta región.
Dentro de cada comunidad hubo además asociaciones de carácter más gremial, integradas por distintos miembros según sus edades y oficios, convirtiéndose también en importantes patrocinadores de arte africano. Ejemplos de obras artísticas encargadas por estas asociaciones los podemos encontrar entre los bambara (Malí) y entre los ibo y los ejagham (Nigeria). A veces cada grupo o gremio poseía su propio distintivo. Entre los ejagham, las máscaras de las sociedades cazadoras venían caracterizadas por formas animales, y los temas de deformidad humana han aparecido asociados con bastante frecuencia a máscaras guerreras; las imágenes de mujeres se utilizaron por regla general para las asociaciones femeninas. La religión y sus distintas organizaciones de culto fueron también importantes patronos para el arte africano. Los objetos artísticos no fueron solamente un componente importante de los altares y capillas, sino que también desempeñaron un destacado papel en las diversas procesiones de carácter religioso que se hacía en las diferentes tribus. Entre los yoruba de Nigeria, los cultos vinculados a las principales divinidades: Shango (trueno), Obatala (creatividad), Oshum (agua), Ifa (conocimiento), Yemoja (brujería), Eshu (sabiduría) y Odudua (tierra), tuvieron un extenso repertorio de formas artísticas asociadas a ellos, como figuras, máscaras, cerámica, tejidos y joyas. Aquí, como en otras partes de África, las piezas artísticas utilizadas en relación con el culto al que representan, se han identificado, por regla general, a través de su iconografía, materiales, estilos y modos de fabricación.

– Los múltiples papeles desempeñados por el arte en las comunidades africanas son tan variados como sus formas de mecenazgo. Entre ellos se incluyen el social, político, económico, histórico y terapéutico.

1. Papel Social; Una de las funciones más importantes del arte africano radica en la diferenciación social. De acuerdo con ello, las mujeres suelen representarse como madres, generalmente amamantando o acunando a su hijo. Los hombres, en cambio, suelen aparecer bien como ancianos, los jefes tradicionales de la comunidad, bien como guerreros montando a caballo o pertrechados para la lucha. Los temas sociales destacan, asimismo, en muchas representaciones de máscaras. En estas representaciones las características humanas y animales, personificadas por seres humanos debidamente vestidos y enmascarados, adoptan una gran variedad de papeles para ejemplificar con ellos las formar correctas e incorrectas de la conducta social. En las representaciones de los ijo y de los ibo, al sur de Nigeria, se han encontrado diversos modelos de conducta antisocial, como, por ejemplo, el avaro, el codicioso, la prostituta, el médico incompetente y el abogado sin escrúpulos. En las representaciones egungun de la vecina tribu yoruba, el chismoso, el glotón y el extraño amaneramiento de los extranjeros forman parte destacada dentro de los modelos sociales negativos.

2. Papel Político; El arte africano desempeña también un importante papel dentro del poder político. Entre los dam (Liberia), kota (Gabón), pende (Zaire) y otros pueblos, la gente lleva máscaras imitando a jueces y policías. Las máscaras de los kwele gon de Gabón son ejemplos particularmente buenos de este tipo de representaciones de la comunidad oficial. Gracias a su anonimato y sus poderes especiales, estas figuras enmascaradas de los gon tienen poder para romper los códigos y prohibiciones sociales establecidas como medio para redistribuir la comida y los animales en épocas de gran escasez dentro de la comunidad tribal. Un modo diferente de control social es el realizado por ciertas figuras y motivos arquitectónicos en determinadas zonas de África. Las figuras relicario de los kota, sogo y fang de Gabón, por ejemplo, se utilizan como imágenes protectoras para custodiar las ancestrales reliquias sagradas de la tribu de posibles robos o daños. En el mismo sentido, los dogones de Malí y los senufo de Costa de Marfil tienen puertas minuciosamente talladas que, según la creencia popular, protegían los objetos sagrados y los suministros de comida de la comunidad.

3. Papel Económico; El arte cumplió también un importante papel en la economía africana. Los bambara de Malí llevan a las ceremonias y ritos de cultivo y cosecha de los campos elegantes tocados de antílope de madera representando a Chi Wara. Chi Wara, mítico inventor de la agricultura para los bambara, aseguran que se sepultó él mismo bajo tierra como un acto de autosacrificio. La danza de las máscaras Chi Wara sobre los campos agrícolas (la tumba de Chi Wara) sirve a la vez para honrarle y para recordar a los jóvenes granjeros bambara el duro sacrificio que ellos deben hacer cada año. Entre los senufo de Costa de Marfil se utilizan figuras delicadamente talladas con el mismo fin de alentar a los agricultores en su difícil tarea. En este caso, estacas daleu con imágenes de pájaros o figuras femeninas se afianzan en la tierra al final de cada hilera de plantas cultivadas. Estos postes actúan a modo de metas, marcadores y trofeos en las competiciones agrícolas.

4. Papel Histórico; En otra dimensión, el arte africano actúa como referencia o registro visual de importantes personajes o acontecimientos del pasado. Así, los dogones de Malí han grabado numerosas imágenes de sus legendarios antepasados, los nommo, que descendieron del cielo al comienzo de los tiempos. Estas figuras nommo (algunas de las cuales alzan sus manos hacia el cielo señalando su lugar de origen) han aparecido sobre puertas de graneros, en pinturas en el interior de las cuevas y en edificios sagrados. En el poderoso reino de Benín, en Nigeria, se hicieron igualmente laboriosas planchas en relieve vaciadas en bronce (sistema de la cera perdida) representando a personajes y acontecimientos del pasado, con escenas de batallas, encuentros con dignatarios extranjeros, procesiones cortesanas, nobles con sus ropas de gala, ceremonias religiosas y músicos.

5. Papel Terapéutico; Las terapias tradicionales africanas han tenido también formas especiales de representación artística. La adivinación, modo de determinar los problemas y su posible resolución, fue particularmente importante a la hora de elaborar objetos artísticos. Los adivinos o brujos yoruba (Nigeria) e ifa, por ejemplo, usaron mesas de adivinación laboriosamente esculpidas, cuencos y otros útiles como parte esencial de sus rituales. De igual modo, los baulé de Costa de Marfil emplearon también para sus oráculos recipientes y cacharros cuidadosamente labrados. Entre los kongo de Zaire, los fetiches de madera (atravesados por agujas y clavos de hierro) se consideraban imbuidos de poder para ahuyentar los peligros.

– Aunque las diferencias son muy amplias, las culturas africanas subsaharianas pueden agruparse geográficamente atendiendo a su clima, topografía y organización social. Algunas de estas culturas han desaparecido, quedando sólo sus manifestaciones artísticas; otras han sobrevivido, con lo que su tradición artística continúa.

1. Artes de la Sabana Occidental; Entre las tradiciones artísticas más conocidas de la sabana occidental están las de los dogones, bambara, mossi, bobo y tamberma que habitan las llanuras secas y herbáceas de Malí, Burkina Faso y Togo. Las artes plásticas de los dogones, una de las tribus más aisladas, han sido especialmente bien estudiadas. Los dogones tienen una rica y compleja base filosófica sobre la que apoyaron sus producciones artísticas. Sus poblados, por ejemplo, semejan una forma humana, representando a los nommo, primeros seres humanos creados por el dios Sol y creador de los dogones. Partes importantes de la fisonomía en que se estructuran estos poblados son: la cabeza (herrería y casas para hombres), el tórax (casas de los jefes de los distintos clanes o linajes), las manos (casas de las mujeres), los genitales (mortero y altar) y los pies (capillas). Las máscaras dogones, realizadas por la asociación de hombres awa, representan la imagen que los dogones tienen del mundo en su totalidad, con los animales y gentes que lo habitan. El antílope, el pájaro, la liebre, las mujeres fulani y los hombres samana son algunas de las formas y modelos que aparecen en las representaciones de tipo funerario de esta asociación. Otras máscaras, a su vez, se inclinan más hacia la representación de conceptos filosóficos más abstractos. Una de ellas, la serpenteante máscara Gran Madre de 9 metros de largo, rememora a la muerte. Otra, la cruciforme máscara Kanaga, recrea, junto con los motivos de danza representados, el origen del mundo.
Más al este, entre el grupo lingüístico de los tamberma de Togo, la arquitectura doméstica ha alcanzado la cima de belleza y complejidad simbólica. Los ‘castillos’ de barro de 2 pisos utilizados por este pueblo sirven no sólo de viviendas, sino también como fortalezas, catedrales, teatros y diagramas cosmológicos. Al igual que el pueblo dogon, cada casa tamberma adopta las distintas formas humanas. De acuerdo con ello, las fachadas aparecen esgrafiadas con los mismos diseños utilizados por las mujeres en sus adornos. Algunas partes del cuerpo se relacionan con determinados elementos de la vivienda, y así, por ejemplo, la puerta con la boca, la ventana con los ojos, la piedra de moler con los dientes, y así sucesivamente.

2. Los bosques occidentales; La gran masa forestal de la costa oeste, bañada por el Atlántico, a menudo llamada costa de Guinea, engloba las distintas culturas y artes de Guinea, Sierra Leona, Liberia y Costa de Marfil en el oeste, y Ghana, Togo, Benín y Nigeria en el este. En los bosques de la costa occidental, el arte está controlado y patrocinado por asociaciones de hombres y mujeres del tipo de los sandé y los poro. En la sociedad de mujeres sandé de los mende (Sierra Leona), tienen particular importancia sus máscaras, bruñidas en negro, que reflejan la belleza y riqueza del mar. Tales máscaras son llevadas por los líderes femeninos de la asociación en las ceremonias de iniciación de las jóvenes mujeres que ingresan en la comunidad. La más bella de estas máscaras refleja, a su modo, las características que los mende admiran de sí mismos: una frente elevada, despejada, un tocado ricamente elaborado, y un cuello de marcada elegancia.
Los poro, asociación paralela de hombres, también tienen una importante tradición de máscaras. De Liberia y Costa de Marfil son los dan, kran y guere poro, que representan en sus máscaras a diversos personajes relacionados con su asociación, como el juez, el cantante y el corredor. Formas elegantes, superficies negras y brillantes, y complicados tocados son sus principales características. Cuando las máscaras no se usaban se guardaban en una casa sagrada especial para ellas bajo la protección del amo o maestro. La esposa de este importante personaje tiene su propio objeto especial: una cuchara decorada que enseña en las fiestas de la comunidad.
En Ghana, Togo, Benín y Nigeria, en las regiones de la costa atlántica, se han encontrado algunas de las mejores piezas artísticas de carácter aristocrático de todo África. Quizá el más famoso de los reinos es el de la dinastía Benín en Nigeria. La ciudad regia de Benín (no debe confundirse con el reciente y vecino país del mismo nombre) tuvo su momento de esplendor en los siglos XVII y XVIII, siendo comparada por los viajeros que la visitaban con las grandes ciudades contemporáneas de los Países Bajos. El palacio del rey era especialmente impresionante. Todos sus muros estaban recubiertos con magníficas y bellas planchas de bronce fundido, de las que se decía que brillaban como el oro. Cada uno de los tres edificios principales del palacio estaba rematado por grandes torretas que soportaban gigantescos pájaros y pitones de bronce. En los altares del palacio real se desplegaban cabezas conmemorativas de bronce, tanto para las fiestas privadas como para las oficiales.

3. Centro, sur y este de África; En los espesos bosques ecuatoriales y en las áridas regiones de la sabana que se extienden por todo Gabón, Zaire y países limítrofes al este y al sur, destacan aún otras manifestaciones artísticas. En las culturas matriarcales del sur de la República Democrática del Congo, tienen particular importancia la figuras femeninas. La casa del jefe de los pende, por ejemplo, presenta a menudo sobre su tejado una imagen de mujer a escala natural. Dicha figura sostiene, a veces, a un niño (símbolo de la línea familiar y futuros herederos) y a veces, un hacha (símbolo del poder).
Entre los primitivos gato, bongo y konso de Sudán y Etiopía, hubo la costumbre de instalar en lugares destacados del poblado figuras conmemorativas de madera que delimitaban el acceso al mismo y los sepulcros de sus antecesores más relevantes. En muchas otras culturas de África oriental, la escultura de tipo monumental fue menos frecuente. En cambio, la decoración corporal se convirtió en una importante fuente de manifestaciones artísticas. Los masai de Kenia y los zulú de Sudáfrica destacan sobre todo por sus joyas. Las formas circulares utilizadas por los masai para sus adornos personales aparecen también entre la tribu bantú, en esta misma zona. El gran edificio elíptico de piedra (c. 1200) de la antigua cultura Monomotapa, en Zimbabue, forma parte, conceptualmente, de estos diseños circulares.

– Arte Contemporáneo; Muchas de las denominadas artes tradicionales de África están todavía en pleno uso y vigencia. Como en todos los periodos artísticos, coexisten actualmente en África importantes innovaciones junto con significativos conservadurismos estilísticos. En años recientes, los avances en los medios de comunicación experimentados en el continente africano han facilitado la dispersión y difusión a gran escala de las diversas formas artísticas entre sus distintas culturas. Hoy, por ejemplo, algunas máscaras de estilo nigeriano se están usando con asiduidad entre las poblaciones de Ghana y otras tribus de la costa de Guinea. El arte africano ha estado también sujeto a influencias exteriores. Por ejemplo, la arquitectura y los motivos decorativos islámicos pueden verse en muchas de las manifestaciones artísticas de la zona norte, especialmente en Nigeria, Malí, Burkina Faso y Níger. Motivos estampados similares a los utilizados en la India, se han encontrado en las esculturas y máscaras de los ibibio y efik, a lo largo de la costa sur de Nigeria.
Algunos artistas contemporáneos han adoptado temas cristianos para los diseños de puertas, artesonados y pilas bautismales de las iglesias y catedrales del África cristiana. En fechas recientes, los artistas han encontrado sus principales fuentes de mecenazgo en los bancos, establecimientos comerciales, oficinas gubernamentales y cortes de los nuevos países. El turismo también ha contribuido a favorecer la demanda de arte africano, especialmente máscaras decorativas y esculturas ornamentales de ébano o marfil, dentro de los límites oficialmente permitidos.

El desarrollo de las escuelas de arte y arquitectura en las ciudades del África subsahariana ha alentado a los artistas a trabajar en nuevos materiales, como el cemento, el óleo y otras pinturas, tinta, piedra, aluminio y una gran variedad de medios gráficos. Las imágenes y diseños así creados reflejan una vibrante fusión entre la tradición africana y el Occidente contemporáneo. Artistas como Twins Seven Seven y Ashira Olatunde, ambos de Nigeria, o Nicholas Mukomberanwa, de Zimbabue, se cuentan entre los más brillantes seguidores de estas nuevas formas de creación artística.