Los visigodos, originarios de Dinamarca y Suecia, se asentaron en el siglo V en la península Ibérica tras haber residido en Lombardía y luchado junto a los romanos en la frontera búlgara; en esa época aprendieron el latín y fueron cristianizados, aunque dentro de la corriente arriana, lo que influyó posteriormente en la concepción de sus templos y en los motivos decorativos de su arte; se afincaron en España, con Toledo como centro, de manera pacífica, como un pueblo culto: cronológicamente, el arte visigodo se desarrolló desde el siglo V hasta la invasión árabe de la Península, que tuvo lugar el año 711.

– Arquitectura; Su arquitectura fue una de las más avanzadas de su tiempo, con ciertos contactos con las construcciones paleocristianas de Asia Menor. Utilizaron la piedra como principal material constructivo, los arcos de herradura y peraltados, y la bóveda de medio cañón y de arista como cubiertas. El tipo característico de la iglesia visigoda depende del modelo de las basílicas cristianas, fundiendo elementos orientales y occidentales. En la cabecera solían utilizar una única capilla mayor rectangular, con dos sacristías, prótesis y diakonikón, a ambos lados, pero claramente separadas. En el interior situaban una cancela o iconostasio ante el presbiterio, ricamente ornamentado. El acceso desde el exterior se hacía por un pórtico avanzado, de origen oriental, con arco de herradura, mientras que la puerta de ingreso al interior era adintelada, iniciando así la combinación arco-dintel característico de la arquitectura hispana desde la etapa árabe hasta el gótico. Dentro de las características generales de la arquitectura visigoda destaca la incorporación de la decoración escultórica a las fachadas, primer ejemplo en el arte de Occidente. Las basílicas más importantes son la de San Juan de Baños (Palencia), consagrada por Recesvinto en el 661; Santa Comba de Banda (Orense), de finales del VII; San Pedro de la Nave (Zamora) y Quintanilla de las Viñas (Burgos), ambas fechadas hacia los siglos VIII y IX y con decoración escultórica.

– Escultura y Pintura; En la Europa prerrománica, salvo las obras carolingias en marfil, la única escultura existente fue la visigoda. Escasa y pobre, pero de gran interés por su temática, se desarrolló exclusivamente en decoraciones ornamentales en relieves y capiteles, realizadas con una técnica ruda, a bisel y muy caligráfica. Los dos focos escultóricos más importantes son San Pedro de la Nave y Quintanilla de las Viñas. En esta última iglesia se encuentra un interesante ejemplo: dos capiteles rectangulares con representaciones del Sol y la Luna, como imago clipeata, es decir, dentro de unos círculos sostenidos por ángeles. En cuanto a la pintura, al parecer sólo la practicaron en la decoración de códices, aunque son muy escasos los ejemplos conocidos, entre los que destaca el discutido Pentateuco de Ashburham (Biblioteca Nacional, París).

– Metalistería; Los visigodos, como la mayoría de los pueblos bárbaros, se interesaron de forma especial por la orfebrería. Las obras más conocidas son las coronas votivas ofrecidas por los monarcas en su coronación, entre las que destaca la del rey Recesvinto (Museo Arqueológico Nacional, Madrid), que formaba parte del tesoro de Guarrazar (Toledo). Cruces pectorales, anillos y fíbulas de bronce, adornadas con cabujones, son otros de los principales trabajos realizados en este campo por los visigodos.