El procedimiento que sigue algún deportista para elevar artificialmente el contenido de glucógeno del músculo esquelético, para lo cual sigue una dieta especial, normalmente combinado con un régimen especial de ejercicio. Un medio para conseguirlo es el propuesto por el famoso fisiólogo del deporte Per-Olof Astrand, quien se basa en el supuesto de que la depleción de la reserva de glucógeno en el músculo estimula su captación y almacenamiento por el cuerpo en cantidad superior a la normal. En el caso de un maratoniano, el procedimiento se inicia siete días antes de una carrera cuando el deportista agota el glucógeno del músculo corriendo una larga distancia, normalmente unos 32 km. Durante los tres días siguientes, el deportista sigue una dieta rica en proteínas pero con pocos hidratos de carbono y continúa haciendo ejercicio para asegurarse de que se produce la depleción del proceso fisiológico que fabrica y almacena el glucógeno. Durante los tres últimos días antes de la carrera, el deportista toma una dieta rica en hidratos de carbono y hace poco o ningún ejercicio. Aunque pueda más que doblarse el contenido de glucógeno del músculo, para la mayoría de los deportistas este procedimiento es arduo de seguir. No pueden entrenar a fondo durante la fase de ingesta baja de hidratos de carbono. A menudo sienten irritación y cansancio, y a veces sufren debilidad muscular, insomnio y diarrea. Un procedimiento alternativo es el que propusieron Sherman y sus colaboradores, que consiste en reducir la intensidad del entrenamiento una semana antes de la competición y en comer una dieta mixta normal en la que los hidratos de carbono aporten el 55% de las calorías. Tres días antes de la competición, se reduce el entrenamiento a un calentamiento y unos 15 minutos de actividad, y el deportista ingiere una dieta rica en hidratos de carbono. Ambos procedimientos aumentan el nivel de glucógeno en el músculo a 200 mmol por kg de músculo, lo cual debería permitir al deportista diferir la aparición de la fatiga y rendir mucho más en prueba de fondo. No obstante, la carga de hidratos de carbono tiene aspecto negativo: aumenta la acumulación de agua (con cada gramo de glucógeno almacenado, se retiene unos 2,7 g de agua), lo cual a vece hace que el deportista se sienta pesado y anquilosado; si se practica con regularidad el almacenamiento, puede derivar en mioglobinuria, dolor torácico y arritmia.