Es un trastorno circulatorio grave que se caracteriza por la obstrucción de una arteria por un émbolo de grasa, penetra en el sistema circulatorio después de la fractura de un hueso largo o, con menos frecuencia, tras una lesión traumática del tejido adiposo o de un hígado graso. Se suele manifestar de una forma súbita entre las 12 y 36 horas después de la lesión y se caracteriza por síntomas relacionados con el sitio ocluido, tales como dolor torácico intenso, palidez, disnea, taquicardia, delirio, postración y, en algunos casos, coma. Uno de los signos clásicos del embolismo graso generalizado es la hemorragia petequial que aparece en cuello, hombros, axilas y conjuntivas, que aparece a los 2 o 3 días después de la lesión.